Muchos padres pagarían por entender los entresijos de la mente de un niño, y así saber cómo tenerlo contento en todo momento. Aunque esto resulte banal, es algo muy importante durante la infancia, y los propios progenitores son conscientes de que la felicidad de su hijo, tanto en ese momento como posterior, depende en gran medida de cómo vivan la primera etapa de su vida. “Un globo para el abuelo” ejemplifica este conflicto y da una solución perfecta. El relato se inicia con la aflicción de Sam tras ver cómo un globo se escapa de su casa por la ventana y emprende el vuelo. Aunque el padre es consciente de que es irrecuperable, sabe darle un giro al argumento imprimiendo luz a la tristeza de Sam. Y es que le cuenta que el globo se ha ido a visitar a su abuelo Abdulla al norte de África. Sam se convierte en ese momento en el niño más dichoso que puede haber, pues así siente que establece una conexión con su abuelito y éste sabrá que su nieto se acuerda de él. Una vez más, Nigel Gray nos deleita con su habilidad para relatarnos historias familiares sutiles y bellas, inspiradas en la propia dureza de su infancia, que alegran la psicología infantil.