Por todos es conocida la habilidad de William Steig para relatar a través de animales historias que se deberían situar en un mundo de humanos. Aunque “Doctor De Soto” no es su obra más conocida, sí que resulta una divertida y esperpéntica aproximación a una situación cotidiana. Y además, tiene como mensaje el mentalizar a los niños de cara a sus visitas a los profesionales de la medicina, especialmente a los dentistas. El Doctor De Soto es un ratón dentista que atiende por igual a todos los animales, grandes o pequeños, excepto a gatos y otros seres que puedan resultarle peligrosos. Su ayudante es la señora De Soto. Juntos consiguen ser los favoritos para extirpar las muelas de los animales, pues nunca causan dolor. Un zorro acude un día a la consulta, y los ratones lo atienden con profesionalidad. No obstante, cuando el zorro vuelve otro día sus instintos nacen y sus malos pensamientos son hábilmente reprimidos por el Doctor De Soto. En definitiva, una delirante mezcla entre un mundo de humanos y lo más irracional del mundo animal de la mano de uno de los escritores infantiles más leídos en Estados Unidos.
“El verdadero ladrón” hace gala de la habilidad de su autor, William Steig, para tratar reflexiones profundas de forma que los niños lo puedan entender y a través de animales. En este caso se habla de la avaricia y de la asunción de la culpa, y cómo nuestras acciones pueden afectar negativamente a otros. El protagonista es Gawain, un ganso que es guardián del tesoro del rey Basil, el cual es un oso. Gawain se percata un día que las piedras preciosas de Basil han disminuido en número, y da la voz de alarma. La solución fácil es acusar a Gawain, pese a que es por todos querido y su reputación está intacta. Aquí Steig nos ofrece una crítica de las miserias humanas, y cómo muchas veces los que son tratados con injusticia atraviesan momentos de soledad y depresión. El verdadero ladrón, que no es Gawain, se debatirá entre confesar y asumir las consecuencias, o callar y hacer recaer sobre su conciencia el castigo a Gawain. Más de un niño reflexionará con este relato y le hará pensar en las consecuencias de las acciones antes de realizarlas.
El estadounidense William Steig se inició en la literatura infantil pasados los 60 años, pero no por ello impactó menos en este mundo. “Amos y Boris” es uno de sus libros más queridos y celebrados. Esta especie de fábula contemporánea es una oda a la amistad. Los protagonistas son Amos, un ratón, y Boris, una ballena. Entre ambos surge un vínculo aparentemente imposible que se irá haciendo más fuerte a medida que ambos descubren que tienen más cosas en común de lo que se pensaban. Los dos personajes tienen buen corazón y se ayudan mutuamente, en algunos casos incluso salvándose la vida. Un punto de inflexión que los hará inseparables es cuando descubren que son mamíferos, aunque uno de tierra y otro de agua. Esto los unirá más emocionalmente, aunque a la vez supondrá que cada uno tenga que vivir en su hábitat. Sin embargo, la amistad es para siempre y es maravillosa, como todos los pequeños lectores irán descubriendo en su vida.
La historia protagonizada por el burro Silvestre tiene muchos paralelismos con otras en las que un hijo se pierde y los padres nunca pierden las esperanzas y acaban encontrándolo. De forma muy entrañable, William Steig nos relata cómo un burro llamado Silvestre colecciona piedras y guijarros de todas las formas y colores. Un día se topa con una piedra roja a la cual puede pedir deseos. Para su desgracia, Silvestre se encuentra con un león de camino a casa y, para evitar ser atacado, le solicita a la piedra roja convertirse en piedra. De esta forma Silvestre queda atrapado y sus padres empiezan a buscarlo. Por accidente, los padrse de Silvestre se acaban sentando en la piedra que resulta ser su hijo y piden recuperar a su pequeño. Así es como Silvestre se encuentra de nuevo con sus progenitores y todo acaba de forma feliz. Muchos han querido ver analogías con la muerte y la fragilidad de los niños, pero lo cierto es que “Silvestre y la piedrecita mágica” es un cuento tierno, anacrónico y para todos los públicos.