Esta novela australiana parte del precepto de manifestar una idea esencial que cualquier individuo debe considerar: la necesidad de conocer el pasado para vivir el presente y adelantarse al futuro. La escritora Sophie Masson indaga en la psicología del concepto antes mostrado a través de Sulia, una niña atrapada en el pasado que debe emplear sus conocimientos de “persona del siglo XX” para escapar de él. Sulia se irá dando cuenta que dicha huida no es trivial, no es algo que se debe tomar a la ligera. Debe respetar dicho pasado, reconocerlo como parte de la identidad de las personas y de los pueblos. Es imposible no sentir desarraigo cuando uno se va de un lugar que quiere o añora, el linaje es algo que todos sentimos. La historia se cuenta a modo de aventura por el mar hasta Alainan y Gealan, donde Sulia busca una madre acompañada de Rufus, quien busca a un padre. El relato es, bajo una visión global, una alegoría de las civilizaciones habidas y su influencia en las culturas actuales.
Mientras que en la primera entrega de Corduroy el osito protagonista lucha por ser comprado y finalmente disfruta de una vida en familia, en esta segunda parte se enfrenta a una situación desesperada en lo que parecía ser una jornada divertida para él y su familia. Corduroy acude con Lisa y su madre a la lavandería. Siempre atento a lo que hacen los humanos, Corduroy queda fascinado por cómo Lisa chequea los bolsillos para no introducir nada de valor o por error en la lavadora. El osito quiere hacer lo mismo, pero se percata de que no tiene bolsillos. Sin avisar a Lisa, Corduroy se va a buscar material para fabricarse uno, pero inevitablemente se acaba perdiendo y vuelve a la lavandería en el cubo de un artista. Por suerte, Corduroy acaba siendo rescatado al día siguiente y no hay momento más feliz que su reencuentro con su familia. Don Freeman sabía perfectamente cómo tratar temas como la seguridad infantil o tener una familia que te quiera, pues él mismo era huérfano y en su vida se sintió como un juguete abandonado y rescatado de forma feliz.
Roger Hargreaves creó a Don Cosquillas para moralizar a su hijo Adam. El protagonista representa las cosquillas en la forma de una bola de piernas cortas y brazos alargados. Don Cosquillas se sirve de sus elásticos brazos para alcanzar cosas impensables, pero también para provocar cosquillas en la gente… Un día sale a hacer cosquillas a la gente que se encuentra por la calle, y provoca un caos al molestar a trabajadores como policías, profesores, médicos o carniceros, entre otros. Dadas las consecuencias de que Don Cosquillas haga eso, el niño que escuche el cuento debe saber comportarse para que este personaje no aparezca y le moleste. Se trata de una lectura entretenida a la vez que aleccionadora. Hargreaves escribió más libros de una serie llamada Don.
Corduroy es un conmovedor osito de peluche que ansía que alguien le saque de la tienda donde está puesto a la venta. Para ello, siempre posa como mejor sabe en su estantería. Una niña se interesa mucho por él pero la madre lo rechaza por asuntos económicos. La niña finalmente logra adquirirlo con su propio dinero. Algunas peculiaridades de esta enternecedora historia son que muestran una familia afroamericana, o el característico mono con tirantes verde de Corduroy. Una vez en la casa de la niña, el oso aprovecha cada noche para salir de aventuras. Muchos consideran que esta historia de Don Freeman está desfasada, pero lo cierto es que no contiene ningún ápice de ironía o maldad, y el mensaje de bondad es muy directo.