Las novelas de aventuras precisan también elementos dramáticos para intensificar la narración en los momentos clave. El australiano Max Fatchen supo emplear este recurso al tiempo que pone de manifiesto el choque de culturas y el conflicto de mentalidades. El protagonista de “El viento del espíritu” es Jarl Hansen, un joven noruego que viaja a bordo del Hootzen hacia Australia. Hansen está enemistado con el oficial del barco, y trama escaparse nada más pongan pie en tierras australes. Jarl pone su plan en marcha y en su fuga salva a un aborigen de avanzada edad que estaba a punto de ahogarse. El anciano, de nombre Nunagee, lo refugia en su cabaña y lo cuida. Hansen se siente mal por implicar a tanta gente en sus problemas, e incluso el consulado de Noruega debe mediar en la crisis. A Jarl Hansen se le permite que se quede en Australia, pero el capitán del barco y un proscrito con sed de venganza irán tras él. En un giro digno de los mejores relatos de aventuras y haciendo homenaje a los ancestros aborígenes, el viento que da título al libro aparece invocado por Nunagee y salva a Jarl. Una magnífica novela donde la tradición australiana es venerada ante el punto de vista occidental.