Las extravagantes aventuras de los protagonistas de la serie “La familia Bobbsey” siguen entreteniendo a niños ávidos de historias curiosas. Éste es el primer libro de una saga que se prolongó durante 75 años, la cual fue obrada por escritores anónimos. Los protagonistas son 4 hermanos, dos de 12 años y otros 2 de 6 años de edad. Nan, Bert, Freddie y Flossie resuelven misterios como si fueran puros detectives. Al estilo de Sherlock Holmes, la policía colabora incluso con ellos. Esta premisa puede parecer surrealista, pero a un niño le sirve para sentirse identificado con ellos y creerse capaz de realizar hazañas como los Bobbsey. Sirve para despertar su curiosidad y para abrir un mundo de soluciones a problemas mundanos que en ocasiones queremos exagerar. “La familia Bobbsey” cuenta una historia exagerada pero encantadora, de las que gustan a los lectores más intrépidos sin reparar en el realismo de la situación.
La historia de “El prisionero de Zenda” es totalmente cautivadora y engloba los estereotipos de la antigua literatura medieval: reyes, princesas, héroes, lugares de ensueño… Algunos incluso ven lo mejor de Dumas, sobre todo por las batallas de espada, las fugas y el resto de acción. Fue escrita por Anthony Hope. El principal personaje, Rodolfo Rassendyll, es un caballero inglés que se parece mucho al príncipe y futuro rey de Ruritania. Cuando Rodolfo acude a la coronación de éste, se ve envuelto en un complot para sustituirlo temporalmente. Todo está maquinado por el duque Miguel, hermano del futuro rey. Rodolfo lo hace lo mejor que puede y llega a enamorar a la princesa Flavia. Pero su honor no es perdido porque también ayuda a rescatar al rey. Un toque melancólico se da porque el principal villano, Ruperto de Hentzau, logra escapar (hay novela sobre su futuro); y porque Flavia y Rodolfo han de separarse. Si alguien quiere volver a evocar historias de amor medieval, con mucha acción, “El prisionero de Zenda” es una obra más que recomendable.