“El niño que dormía con nieve en la cama” es una de las varias incursiones que el célebre autor sueco Henning Mankell ha efectuado en la literatura adolescente. Y es que este escritor es uno de los máximos exponentes de la novela negra escandinava (más que recomendables son sus libros protagonizados por el inspector Kurt Wallander). El protagonista es el adolescente de trece años Joel Mankell, quien ya había aparecido en dos novelas previas. La psicología del personaje empieza a sufrir una metamorfosis, la cual se traduce en un cambio de la visión del mundo y de las perspectivas vitales. Joel siente que su pueblo se le queda pequeño, y la chica de la que se enamora, diez años mayor que él, no le corresponde. La reacción de Joel para hacerse notar es empezar a tocar en un grupo de rock e intentar ser famoso, ínfulas que a todos nos han perseguido alguna vez. Mankell maneja a la perfección problemas individuales desde un punto de vista universal, con una prosa cuidada y poética, ingredientes que componen esta novela extrañamente cautivadora.
Los “Cuentos del tío Remo” muestran casi todos ellos al hermano Conejo, que es astuto y sabe aprovecharse de los otros animales. Se dice que este personaje tiene su origen en África. Su enemigo es el hermano Zorro, y siempre intentan hacerse daño mutuo. El vehículo para contar estas historias es el tío Remo, un viejo esclavo de color liberado al que un niño blanco se acerca todas las noches para escuchar. Por tanto, son cuentos de la tradición oral afroamericana, aunque recopilados por el periodista blanco Joel Chandler Harris. Otros personajes animales desfilan por las historias, y contra ellos el hermano Conejo siempre sale airoso pese a no ser ni el más grande ni el más fuerte. Es un simbolismo de los habitantes del sur de Estados Unidos y sus prejuicios sociales, los cuales Harris deseaba que superaran.