No son habituales las novelas históricas juveniles de siglos atrás. “La alondra y el laurel” transcurre en la Inglaterra medieval, a finales del siglo XV, en plena Guerra de las Dos Rosas. Barbara Willard abrió con este libro una saga de ficción histórica conocida como “Mantlemass”, y que se caracteriza por remarcar el papel de la mujer en una sociedad en la que aparentemente no tenía tanto poder. Toda la serie presenta personajes femeninos muy carismáticos, y un buen ejemplo son Elizabeth y Cecily, de esta primera entrega. Cecily, quien ha sido criada con todo lujo en Londres, es obligada a vivir en el campo con su tía Elizabeth mientras que su padre se fuga a Francia para evitar ser juzgado por la guerra. Cecily es inicialmente reacia al estilo de vida rural, pero su tía sabrá inculcarle sentido común y valores de integridad e independencia. Así, la joven protagonista dejará de lado los detalles superficiales para valorar más la vida de las personas. El relato está aderezado por el enamoramiento de Cecily y el temor de que sea separada de su chico en pos de un matrimonio de conveniencia. Un excelente ejercicio de evocación medieval en la Inglaterra de los Tudor.