La literatura adolescente sueca tiene en Peter Pohl un referente, y en “Mi amigo Johnny” un ejemplo perfecto. Esta novela está contada de una forma curiosa, puesto que se narra en forma de recuerdo a partir de un interrogatorio que la policía hace a Chris, el protagonista. Johnny es un chico pelirrojo que fascina a todos los niños de la escuela por su destreza con la bicicleta. Al mismo tiempo, Johnny está envuelto por un aura de misterio porque nadie conoce su verdadero origen ni su pasado. Esto es lo que la policía cuestiona a Chris, y cómo se construye la historia en torno a ello es una delicia. El relato carga de interrogantes al lector, manteniéndolo pegado página tras página. Al fin y al cabo, el suspense se sostiene porque es una situación con la que todos nos podemos ver identificados, una batallita más de la adolescencia que acogemos con nostalgia.
Lotta es uno de los personajes más queridos de Astrid Lindgren, con el permiso de Pippi Calzaslargas. Tiene las cualidades típicas de los personajes de Lindgren: carácter e independencia. Lotta tiene dos hermanos mayores, Jonas y Maria, y a menudo se mete en problemas con ellos. En esta entrega en particular, Lotta pide una bici por su cumpleaños. Cuando no se la regalan, la roba al vecino para darse una vuelta junto con su cerdito de juguete Barnsie. Las consecuencias, como no, son desastrosas. Como sucede con otros libros infantiles para estas edades, las historias de Lotta pretenden mostrar hechos cotidianos y cómo éstos pueden transformarse en aventuras. De igual forma, se instruye en la importancia de tener un hogar y de sentirse arropado por tu familia. Lotta es uno de los personajes más traviesos y entrañables de la literatura infantil sueca.