La alemana Edith Klatt supo describir a la perfección un estilo de vida tradicional y nómada, el del pueblo sami. Estos pastores, que viven en las regiones más nórdicas de Escandinavia, se han visto desplazados de territorios que antaño dominaban por culpa de asentamientos urbanos. La historia se centra en Neitah, una chica que es secuestrada por los samis, los cuales tienen intención a su vez de venderla. Por suerte, Neitah hace muy buenas migas con Per, un pastor que la cuida y le permite ayudarle en sus labores. Pero Neitah nunca consigue estar a gusto, pues al fin y al cabo la han separado de su verdadera familia. Poco a poco Neitah se va acoplando a sus nuevos compañeros y aprenderá muchas cosas de ellos. “Neitah: una chica en el lejano norte” tiene tintes agridulces, pues a pesar de la simpatía de los sami y la belleza de los paisajes descritos, vivir así es sinónimo de crudeza. Esto es lo que pretendía la autora, además de criticar cómo la sociedad actual olvida a este tipo de pueblos.
“Una chica del Limberlost” es una idealización de la vida que la autora, Gene Stratton-Porter, desearía haber tenido. Su pasión por las regiones húmedas y la flora y fauna de estos lugares la representa a través de su protagonista, Elnora Comstock. Elnora es una chica pobre que vive en un entorno rural en Indiana junto a su madre. Partiendo de un escenario tan poco romántico, Elnora hace uso de su inteligencia y de su amor por la vida para labrarse un futuro feliz. Vende mariposas del pantano en el que vive para ganarse la vida, sabe aprender de las personas ricas sin dejarse llevar por sus defectos y tiene una motivación constante por el aprendizaje de nuevas habilidades. Aunque de carácter tradicional, Elnora sabe valorar lo que realmente es importante, y finalmente consigue ser feliz tras encontrar el amor.