Sonya Hartnett es el paradigma de escritora de literatura juvenil de Australia premiada y reconocida, además de admirada y exitosa comercialmente. La clave, como la de muchos escritores best-seller, es la narración de realidades con las que nos podemos identificar introduciendo algún elemento particularmente atractivo. Pero se torna esencial el que el lector se vea reflejado en los personajes del cuento. Así sucede con “Hijo del jueves”, título que esta novela debe a Tin, niño que nace ese día de la semana y que dará muchos quebraderos de cabeza a su familia en general y particularmente a su hermana Harper Flute. La época a la que Hartnett nos transporta es la Gran Depresión de los años 30, y como ésta se vivió en el medio rural australiano en el seno de familias pobres agrícolas. Tin sobrevive a una avalancha de barro pero tras ello se obsesiona con lo subterráneo, y empezará a construir túneles bajo su casa y a habitarlos. Su fascinación se intensifica y Tin crea un laberinto que será su hogar, y del cual nunca jamás saldrá salvo para saludar muy esporádicamente a su hermana. La forma en que esto se entrelaza con las penurias y otros sucesos realistas permitieron a Hartnett obtener el Guardian Children’s Fiction Prize y más adelante el Astrid Lindgren Memorial Award.
Tratar en literatura temáticas de salud y psicología es un asunto delicado. Hacerlo en una literatura dirigida a un público adolescente, es una tarea todavía más complicada y no siempre efectiva. Eleanor Spence recibió el galardón al “Libro del Año” en Australia por “El hijo de octubre”. Aunque no ofrece su punto de vista en la narrativa, el protagonista involuntario de esta genial obra es Carl, un niño autista. En torno a él se estructura toda la trama, basada en el día a día de su familia. Afectados por la condición de Carl, la familia Mariner debe introducir cambios en su vida para acoplarse a nuestro entrañable protagonista. El más cercano a Carl es su hermano Douglas, quien acaba siendo su principal apoyo. Las tensiones en el seno de la familia se incrementan de forma progresiva, y el padre enfurece, la madre se deprime y la hija menor se ausenta. El comportamiento de Carl también es descrito a la perfección. Finalmente, todos sus seres queridos sabrán cómo actuar para hacerlo más feliz, y darán una lección al lector, quien debe asumir responsabilidades cuando se tienen casos de este tipo en una familia.