La Medalla Carnegie de 1988 recayó en “Un montón de mentiras”, un extravagante relato a cargo de Geraldine McCaughrean. Ailsa es una chica que regenta una tienda de antigüedades junto a su madre. La cotidianeidad de Ailsa se ve interrumpida por la aparición de un extraño joven que se hace llamar MCC Berkshire. Este chico se encuentra en paro y demanda un puesto en la tienda de Ailsa. Este misterioso joven es tremendamente eficiente en la venta de objetos, y su técnica se basa en aderezar cada explicación con un cuento. Los clientes rara vez se resisten a las historietas de MCC Berkshire y los ingresos aumentan para Ailsa y su familia. Sin embargo, ésta no está del todo tranquila. Las narraciones están cargadas de fantasía y detalles muy diversos, captando la atención del lector a más no poder. En realidad, es como una antología de cuentos con un hilo conductor muy buen llevado. Historias con su aprendizaje inherente de lo más atractivas.
Si te gustan las historias ambientadas en la Inglaterra de siglos previos, “El fardo de lana” es un buen ejemplo. Centrada a finales del siglo XV, en la época de los Tudor, esta novela de Cynthia Harnett describe el mundo del comercio de la lana y es un vivo relato de las diferencias sociales de la época. El protagonista es Nicholas Fetterlock, hijo de un mercader de lana y con cierta vena de comerciante. Esta vena le hace sospechar que los mercaderes florentinos juegan sucio con los mercaderes ingleses. Su padre, no obstante, sólo se preocupa de que el hijo se junte con una hija de un fabricante de paños. Al crecer, Nicholas, junto a Cecily y Hal, se enfrentan a los representantes de los florentinos en su defensa del comercio del paño inglés. Aunque a priori no asemeje una trama intrigante, en ciertas fases se alcanzan dosis de misterio que, unidas a la representación del final de la Inglaterra medieval, convierten a “El fardo de lana” en un relato imprescindible de la novela histórica juvenil.