La historia que se cuenta en “Por fin un poco de paz” podría ser la de cualquier familia en su día a día. Con ella, al niño se le pide que entienda el sacrificio que sus padres están haciendo por él. La premisa es sencilla: un oso, padre de familia, no puede conciliar el sueño por la cantidad de ruidos que hay en su entorno. El hijo y la madre se despiden para irse a dormir, donde Jill Murphy sabe mostrar a la perfección la rutina nocturna. El padre también se acuesta al mismo tiempo, pero no logra dormirse. Sale de su cama y prueba a tumbarse en todas las habitaciones de la casa, pero nada. Finalmente, con las primeras luces del alba, cae agotado encima de su coche. Con las fuerzas que le quedan logra volver a su cama, pero pronto su esposa y su hijo se despiertan y le obligan a alzarse. Aunque Murphy transmite hábilmente con sus imágenes el cansancio del papá oso, resulta muy entrañable ver cómo éste se derrite ante su hijo cuando éste va a despertarlo. Se trata de un magnífico libro que llegó a ser finalista de la Medalla Kate Greenaway.
Este libro trata uno de los temas más explotados durante la Inglaterra victoriana: la vida en una escuela. Asimismo, en el siglo XIX gozó de tremendo éxito, aunque últimamente ha perdido fama por sus connotaciones religiosas. La historia de Eric sirve como advertencia ante malos comportamientos. Este chico es enviado a un internado, y, aunque de carácter noble y puro, acaba pervirtiéndose por tratar de sorprender a sus compañeros. Se narran muchas situaciones divertidas como juegos, guerras de almohadas o escenas de bar. A pesar de algunos correctivos, Eric cada vez se comporta peor, y su vida cae en desgracia tras intentar enrolarse en un barco. Muere joven y sirve como señal de malo comportamiento para otros niños. Por tanto, estamos hablando de un libro de fuerte moralidad.