Este escritor francés (1802-1870) es uno de los máximos exponentes de la literatura de su país. Como mínimo, uno de los de mayor éxito mundial. Vivió una dura infancia pasando por penurias económicas y ejerciendo trabajos varios desde muy pequeño. A pesar de ello, su carácter optimista e indómito le abrió puertas. Tras conocer París, se enamoró de esta ciudad y pudo trasladarse allí recomendado por influyentes amigos de su padre. Allí, trabajó como escribiente del Duque de Orleans. También fue un mujeriego y tuvo hijos de diferentes relaciones, así como un imparable viajero. Sus conocimientos se tradujeron en una obra muy prolífica, en la que sobresalen obras maestras como “Los tres mosqueteros” o “El conde de Montecristo”.