Oscar Wilde es uno de los escritores irlandeses más famosos de todos los tiempos. Nacido en Dublín en 1854, cuando su país todavía pertenecía al Reino Unido, destacó en el círculo intelectual del Londres victoriano, donde trabajó sobre todo como periodista. Su ingenio quedó patente tanto en su forma de escribir como en sus ambiciones. Estudió en Oxford y se interesó por los grandes clásicos y por la filosofía. En este último campo fue uno de los mejores representes del esteticismo, el cual pregonó incluso por Estados Unidos y Canadá. Fue una de las celebridades más reconocidas del siglo XIX, a pesar de que sólo escribió una novela, “El retrato de Dorian Gray”. Se volcó más prolíficamente en las obras teatrales, dando lugar a “Salomé” o“La importancia de llamarse Ernesto”. La carta “De Profundis” también es considerada una obra maestra. Además de ensayos, también creó famosos cuentos como “El fantasma de Canterville” o “El joven rey”. El final de su vida estuvo cubierto de escándalo, y fue incluso encarcelado. Hubo de renunciar a su familia y falleció en 1900 en París, de forma anónima, habiéndose convertido justo antes al catolicismo.