Cuando parece que los cuentos clásicos no pueden dar más de sí, a pesar de haberse mostrado como fuentes inagotables de adaptaciones, alguien sorprende dándole una vuelta de tuerca a la historia. Esto es lo que hizo, con notable éxito, el ilustrador y autor chino Ed Young en “Lon Po Po”. Young abordó la tan trillada historia de Caperucita Roja y le añadió detalles del folclore y de la tradición oral chinas. La Medalla Caldecott que recibió en 1990 es la muestra del triunfo de esta versión del cuento. La trama es similar a la original, pero en este caso es el lobo quien va a casa de tres hermanas pequeñas, cuando estos se han quedado solos porque su madre ha ido a visitar a su abuela. El lobo tiene las mismas intenciones de comérselos, pero la desconfiada Shang descubrirá el pastel. Confabulando con sus hermanas, las tres juntas urdirán un plan para deshacerse del malvado lobo. Si creías haberlo leído todo sobre Caperucita Roja, prueba a leer “Lon Po Po” y déjate sorprender de nuevo.
Posiblemente casi en ninguna otra obra infantil dos colores habían sido utilizados como elementos narrativos de relevancia en la trama. La omnipresencia del azul y el naranja en “Cion Cion Blu” puede llevar incluso a confusiones ocasionales. Cion Cion Blu es un campesino chino que no tenía mucho dinero. Trabaja el campo y para descansar se retira a su sombrilla, la cual le es suficiente. Por accidente, Cion Cion Blu descubre el helado y decide ir a la Ciudad Imperial a venderlo y hacerse rico. Como en cualquier reto que uno se marca en la vida, el camino está lleno de obstáculos y Cion Cion Blu intercambia experiencia con bandidos pero también con emperadores. A todos ellos trata de ayudar, y el protagonista se gana el cariño de toda persona con la que se cruza. De esta manera se demuestra el carisma natural de Cion Cion Blu, el cual deriva de su humildad y sencillez. Este genial libro, de Pinin Carpi, se vale de las excepcionales ilustraciones de Iris de Paoli para hacer del azul y el naranja una combinación muy especial.
Esta creación de Alfonso Wong, conocido como Wong Chak, es una de las más longevas y célebres tiras cómicas de China. El protagonista es Lao Fu Zi, o señor Q, quien se presenta como un anciano de edad no concreta. En sus peripecias le acompañan una ristra de amigos, entre los que destacan la señora Chan, el señor Chiu, el señor Chin y el señor Sweet Potato. A pesar de tratarse de un cómic, el contenido de “El viejo señor Q” es trascendental y adulto. Wong caricaturiza la ciudad de Hong Kong al tiempo que critica las debilidades humanas. Los argumentos también se encuadran a la perfección en las modas de la época, y contienen múltiples referencias culturales. El éxito de la tira cómica fue tal que posteriormente ha sido adaptada al cine y televisión. Su doble lectura lo hace apto tanto para niños como para los más mayores. En definitiva, “El viejo señor Q” es una de las obras infantiles chinas más representativas de la segunda mitad del siglo XX y merece la pena disfrutar de ella.
Este libro cuenta las peripecias familiares de Ping, un pato que vive con una numerosísima familia. Por ello, hace hincapié en la importancia de la vida en familia y las emociones experimentadas al independizarse de ésta. La familia de Ping vive en un barco y sale todos los días a pescar al río. El último en volver con el pescado es azotado. Como Ping solía llegar tarde, un día decide separarse de su familia e intentar adentrarse en la vida de la gente que vive a la ribera del río. Esto le trae peligros, y es salvado por un niño antes de convertirse en la cena de una familia. La historia está ambientada en China, en el río Yangtze, dado que el ilustrador, K. Wiese, la visitó en su juventud. Aunque en su momento fue criticada por su visión de la cultura del país, finalmente perduró por sus ritmos en la narración y sus imágenes.