Desde el momento en que uno comienza a leer “Un paquete de patrones de costura” sabe que está en un marco histórico real y que los dramáticos acontecimientos impiden vivir con tranquilidad a las personas que los sufrieron. El escenario es la aldea inglesa de Eyam, y la época es 1660. La peste bubónica había llegado a la Gran Bretaña, y todo el mundo luchaba por sobrevivir. Esta pelea por la vida llevaba incluso a alianzas o acercamientos inimaginables en un contexto normal, pues líderes religiosos opuestos, por ejemplo, trabajaban codo con codo. El relato se nos cuenta a través de Mall Percival, una joven de dieciséis años enamorada de un joven de una aldea vecina llamado Thomas. Mall debe luchar por mantener sus ovejas al tiempo que la aldea de Eyam está en cuarentena. Thomas, en un gesto heroico, visita a Mall en Eyam a sabiendas de que la cuarentena le impedirá salir. Ambos viven felices tras casarse, pero este momento es efímero, pues un paquete (que da título a la obra) infectado trae de nuevo el caos a Eyam. La mayoría de la población sucumbe, entre ellos Thomas, y Mall, desconsolada, decide contar su historia a modo de memoria. Como vemos, Jill Paton Walsh hace uso de su lenguaje didáctico para trasladarnos a un espacio y un tiempo difíciles y contradictorios.
Las novelas ambientadas en la Segunda Guerra Mundial tuvieron un auge durante las décadas posteriores al conflicto. En concreto, gozaron de bastante éxito entre el público adolescente. “El viaje del Dolphin” es un buen ejemplo de ello. Los protagonistas son Pat y John, dos chicos, el primero humilde y el segundo de clase acomodada. Ambos siguen los acontecimientos de la guerra sufriendo por los que conocen e inquietos por si alguna vez les tocará a ellos participar directamente en la lucha. Cuando no pueden estar más inquietos, ambos deciden participar del famoso rescate en las playas de Dunquerque. Los acontecimientos transcurren de forma agridulce, pues Pat intenta encontrar a su padre pero es él quien desaparece. Esto oscurece un poco los actos heroicos de John, quien denuncia las injusticias de la guerra. Jill Paton Walsh capta a la perfección la aprensión que sufrieron los que no participaron directamente del conflicto pero tuvieron a seres queridos en la batalla.
Las historias de brujas tienen un buen paradigma en este relato escrito por Jill Murphy. La protagonista es Mildred Hubble, la bruja más desastrosa de la academia. Todo lo sale mal a la pobre Mildred quien ya de por sí no cumple con el atuendo y objetos característicos de una buena bruja. Sus fechorías se entremezclan con la enemistad con la profesora Hardbroom y su mascota Ethel. No obstante, a pesar de que aparenta que nada va a mejorar, Mildred tiene su oportunidad de redención cuando pilla desprevenidas a unas brujas malvadas que querían entrar en la escuela. Tras desmantelar el plan Mildred se vuelve a ganar la confianza de sus compañeras. “La peor de las brujas” es considerada una precursora de Harry Potter, aunque a una escala menor y dirigida a un público más infantil. Los niños se divertirán de lo lindo con las vicisitudes transcurridas entre pociones, escobas y sombreros de punta.
La historia que se cuenta en “Por fin un poco de paz” podría ser la de cualquier familia en su día a día. Con ella, al niño se le pide que entienda el sacrificio que sus padres están haciendo por él. La premisa es sencilla: un oso, padre de familia, no puede conciliar el sueño por la cantidad de ruidos que hay en su entorno. El hijo y la madre se despiden para irse a dormir, donde Jill Murphy sabe mostrar a la perfección la rutina nocturna. El padre también se acuesta al mismo tiempo, pero no logra dormirse. Sale de su cama y prueba a tumbarse en todas las habitaciones de la casa, pero nada. Finalmente, con las primeras luces del alba, cae agotado encima de su coche. Con las fuerzas que le quedan logra volver a su cama, pero pronto su esposa y su hijo se despiertan y le obligan a alzarse. Aunque Murphy transmite hábilmente con sus imágenes el cansancio del papá oso, resulta muy entrañable ver cómo éste se derrite ante su hijo cuando éste va a despertarlo. Se trata de un magnífico libro que llegó a ser finalista de la Medalla Kate Greenaway.