Desde el momento en que uno comienza a leer “Un paquete de patrones de costura” sabe que está en un marco histórico real y que los dramáticos acontecimientos impiden vivir con tranquilidad a las personas que los sufrieron. El escenario es la aldea inglesa de Eyam, y la época es 1660. La peste bubónica había llegado a la Gran Bretaña, y todo el mundo luchaba por sobrevivir. Esta pelea por la vida llevaba incluso a alianzas o acercamientos inimaginables en un contexto normal, pues líderes religiosos opuestos, por ejemplo, trabajaban codo con codo. El relato se nos cuenta a través de Mall Percival, una joven de dieciséis años enamorada de un joven de una aldea vecina llamado Thomas. Mall debe luchar por mantener sus ovejas al tiempo que la aldea de Eyam está en cuarentena. Thomas, en un gesto heroico, visita a Mall en Eyam a sabiendas de que la cuarentena le impedirá salir. Ambos viven felices tras casarse, pero este momento es efímero, pues un paquete (que da título a la obra) infectado trae de nuevo el caos a Eyam. La mayoría de la población sucumbe, entre ellos Thomas, y Mall, desconsolada, decide contar su historia a modo de memoria. Como vemos, Jill Paton Walsh hace uso de su lenguaje didáctico para trasladarnos a un espacio y un tiempo difíciles y contradictorios.