Los lazos que se forman entre un animal y una persona, en muchas ocasiones son más fuertes que los que se producen entre dos personas. El caballo es uno de los ejemplos favoritos para representar esa unión al ser humano, y esa elegancia y lealtad. “El corcel negro” no es una novela al uso sobre caballos, ya que la unión entre el protagonista y el corcel se forma por accidente. Alec Ramsay ha pasado una larga temporada en la India junto a algunos familiares, pero ya se encuentra de camino a Nueva York en un barco. Alec ansía regresar a casa, pero una tormenta le priva de ello y lo lanza al mar con la única compañía del corcel negro. Alec se encuentra sobre una tabla y su nuevo amigo, atado a ella, nada. Ambos acaban en una isla desierta, donde más adelante son rescatados. De vuelta a Nueva York, Alec hace todo lo posible por quedarse con el corcel negro. De forma secreta, empieza a domar al animal para montar y convertirse en jinete de carreras, el punto álgido de la obra. La fama de este libro de Walter Farley, junto a otros del mismo autor, aumentó gracias a las adaptaciones televisivas. Un clásico de la literatura ecuestre.
La eclosión de novelas que trataban las tensiones raciales se produjo sobre todo en Estados Unidos, donde éstas quedaron más de manifiesto y se tradujeron en oleadas de violencia. Por ello, “El problema de Donovan Croft” resulta una excepción, ya que está ambientada en Inglaterra. Donovan Croft es un niño jamaicano cuyo padre no puede atenderlo y cuya madre debe volver a Jamaica. En esta situación de indefensión, Donovan es adoptado por una familia local. El hijo de la familia es Keith Chapman, quien bastante tiene intentando tener más éxito en el instituto. Su egoísmo le hará apartar la vista de Donovan, quien está tan deprimido que tardará meses en empezar a hablar con su nueva familia. El punto de inflexión se produce cuando Donovan salva la vida de Keith, quien está a punto de ser atropellado. Entonces la suerte de Donovan mejora, al tiempo que Keith empieza a coger cariño a su hermano adoptivo y siente la responsabilidad de hacerlo feliz. Los valores de sensibilidad y de tolerancia racial expresan su máximo nivel en esta magnífica obra de Bernard Ashley.
El boom de las novelas que fueron una crítica al racismo inherente en Estados Unidos tiene un buen ejemplo en “La danza de los esclavos”. Premiada con la prestigiosa Medalla Newbery en 1974, Paula Fox nos habla desde un punto de vista nada habitual en estas historias, el de la persona de raza blanca que supuestamente debe reprimir a los esclavos. El protagonista es Jessie Bollier, un chico que es secuestrado a la fuerza de su Nueva Orleans natal para ser llevado a bordo del Moonlight. En dicho barco un número considerable de esclavos son transportados a Cuba. Jessie debe actuar como negrero, pero su naturaleza bondadosa le hace sentir cada vez más asco por los comerciantes y explotadores de personas. Su actitud acaba dejándolo en un peligroso umbral entre ambos bandos. Jessie toca una pequeña flauta para animar a los esclavos, pero sólo se siente cómplice de los esclavistas. Ese sentimiento lo acompañará de por vida, y su participación en el intercambio de esclavos convertirán a Jessie en un ser infeliz sin oportunidad de redención. Otro ejemplo más de la brutalidad histórica que fue la esclavitud.
El autor, Harold Keith, se basó en entrevistas con veteranos de la Guerra de Secesión estadounidense para dar forma a esta novela histórica. El protagonista es Jefferson Davies Bussey, un chico de 16 años de Kansas que se alista en el ejército de la Unión motivado por los ideales de Abraham Lincoln. No obstante, a medida que se sucede el conflicto, Bussey se percatará de que no todo es blanco y negro en la guerra. Empieza a comprender algunas de las partes del bando oponente y sufre las desgracias de la guerra. Esta confusión se acentúa para Bussey cuando se enamora de Lucy, hija de un cherokee. De hecho, éste es otro de los temas que Keith trata con habiliadd en “Rifles para el general Watie”: el papel de los nativos norteamericanos en el conflicto. El general Watie era cherokee y fue considerado héroe de guerra. Éste es uno de los muchos personajes reales que aparecen en esta apasionante novela ambientada durante la Guerra Civil de Estados Unidos.