La alemana Edith Klatt supo describir a la perfección un estilo de vida tradicional y nómada, el del pueblo sami. Estos pastores, que viven en las regiones más nórdicas de Escandinavia, se han visto desplazados de territorios que antaño dominaban por culpa de asentamientos urbanos. La historia se centra en Neitah, una chica que es secuestrada por los samis, los cuales tienen intención a su vez de venderla. Por suerte, Neitah hace muy buenas migas con Per, un pastor que la cuida y le permite ayudarle en sus labores. Pero Neitah nunca consigue estar a gusto, pues al fin y al cabo la han separado de su verdadera familia. Poco a poco Neitah se va acoplando a sus nuevos compañeros y aprenderá muchas cosas de ellos. “Neitah: una chica en el lejano norte” tiene tintes agridulces, pues a pesar de la simpatía de los sami y la belleza de los paisajes descritos, vivir así es sinónimo de crudeza. Esto es lo que pretendía la autora, además de criticar cómo la sociedad actual olvida a este tipo de pueblos.
Esta novela puede recordar mucho a las novelas de Arthur Ransome, creador de “Vencejos y Amazonas”. De hecho, “El lejano río Oxus” tiene un vínculo especial con este escritor. En primer lugar, fue escrito por dos niñas: Katherine Hull y Pamela Whitlock. Ambas rondaban los quince años de edad cuando trabajaron codo con codo para crear este libro inspirado en sus vacaciones de verano y en la región donde vivían. Decidieron enviar el manuscrito a su escritor favorito y principal fuente de inspiración, que no era otro que Arthur Ransome, quien acabó forzando su publicación al considerarlo uno de los mejores libros infantiles de la segunda mitad de los años 30’. Los protagonistas son una pandilla de niños que se divierten de mil maneras cuando no tienen que ir a la escuela. Cualquier tipo de actividad tiene cabida en esta preciosa novela, la cual además está perfectamente descrita y los paisajes son detallados minuciosamente. Nadie diría que fue escrito por dos niñas, y saber esto hace de “El lejano río Oxus” una lectura todavía más especial con la que sentirse identificado.
La novela “El tesoro del lago de la Plata” probablemente es la que mejor representa el Lejano Oeste de las escritas por autores alemanes. Karl May, su escritor, curiosamente no visitó Estados Unidos hasta mucho después de escribirla. Se trata de un relato de aventuras, acción y valentía en un escenario muy de moda para los emigrantes alemanes del siglo XIX. Los protagonistas son Old Firehand y Old Shatterland, los cuales llevan a su cargo a muchos hombres a un lago en las Montañas Rocosas para explotar una mina de plata. En su camino hacen frente a tribus nativas, a bandoleros que buscan un tesoro y a otro tipo de vicisitudes. Aunque pueda contener tópicos, realmente escenifica aquel Estados Unidos profundo del siglo XIX, y los indios son tratados con respeto y admiración.