La archiconocida Ana Maria Machado, posiblemente la autora infantil más célebre de Brasil, irrumpió por enésima vez entre los niños lectores con este cuento de tintes medievales que versa sobre la búsqueda de la felicidad en la infancia. El protagonista es el pequeño príncipe Ricardo, quien no alcanza la plena felicidad porque no tiene un caballo. Posee juguetes y casi todo lo que pueda desear, excepto un compañero equino. De esta forma, el título del cuento sirve como lema del príncipe, quien tras clamar “Mi reino por un caballo” recibe visitas de caballos de todo tipo, reales y de juguete. Como niño que es, empieza a cumplir su sueño con uno de juguete, ayudando a los desfavorecidos, viviendo aventuras y salvando a los que están en peligro. Sus buenas intenciones acaban calando en su padre, el rey, el cual aprecia todo lo que Ricardo ha hecho y le regala un caballo de verdad. Machado nos habla esta vez sobre la compleja psicología infantil de cara a ser felices, pues unas veces cuesta mucho y otras se consigue con poco.
La desigualdad entre hombres y mujeres ha sido la tónica desafortunadamente preponderante a lo largo de los siglos, y lo sigue siendo. Aunque actualmente se luche por ello, no hay que olvidarse del sufrimiento en el pasado. La protagonista de “La sobrina del director” encarna a la joven ambiciosa y plena de autoconfianza, que desea formarse en la universidad pero que sólo encuentra obstáculos en su camino. Gillian Avery nos narra las peripecias de María para conseguir su sueño, en la Inglaterra de 1870. María deja la escuela femenina, muy represiva, para irse a vivir a Oxford, donde un tío suyo le consigue unas clases particulares junto a los hijos de una familia rica. Estos nuevos amigos, con cualidades muy diferentes, serán el trasfondo de la parte más alocada de la novela, antes de que ésta coja tintes más serios y María pueda demostrar su valía realizando la investigación de la identidad de un desconocido. Es en ese momento cuando sufrirá por abrirse paso, algo que a María le costará más de un disgusto, pero que concluirá de manera satisfactoria para sus intereses personales. Una historia que resalta la esencialidad de la fuerza de voluntad.
No hay mejor reclamo para presentar a un autor infantil que citar que ha sido galardonado con el Premio Hans Christian Andersen. Y más si es el único de su país en conseguirlo, como en el caso de José María Sánchez Silva. La historia que se nos cuenta en “Marcelino, Pan y Vino” bebe parcialmente de la propia vida del autor, que se quedó huérfano a los diez años y vivió en un asilo. Marcelino, abandonado en un convento, comete travesuras y muestra el ímpetu característico de un niño pequeño. Haciendo caso omiso de sus cuidadores, Marcelino se divierte y se cuela en lugares prohibidos del convento, como un desván donde visita día tras día a una imagen gigante de Jesucristo. El contenido religioso de esta fabulosa novela no es aleccionador, y contiene elementos fantásticos que dotan de un aura especial a cada página. Marcelino, como cualquier niño, tiene ambiciones, y anhela pertenecer a una familia normal. El libro es uno de los más exitosos de la posguerra en España, con una treintena de traducciones y más de dos centenares de ediciones publicadas. Una obra cuanto menos imprescindible.
“La princesita que tenía los dedos mágicos” es un libro infantil que amenizó muchas tardes e infancias en la difícil España de la posguerra. Premio Nacional de Literatura, este cuento de hadas con estilo ligeramente socarrón se sirvió del éxito de su autora, María Luisa Gefaell, para convertirse en todo un clásico. En él se nos cuenta la tradicional historia de reyes, y princesas. No obstante, la princesa protagonista, hija del rey bueno, no es feliz porque un malvado mago le ha hechizado para que no vea el lado bueno de cada cosa. El hada, al rescate de la protagonista, le aplica por otro lado un hechizo para que todas sus acciones sean bondadoas. En esta lucha de equilibrios la princesa sentirá lo que es ser feliz, pero el rey malo y su hijo, un príncipe todavía más mezquino, le devuelven el pesimismo. La novela transcurre a través de diez cuentos que son una catapulta de los ideales de solidaridad de María Luisa Gefaell. El colorido de las ilustraciones, a cargo de Pilarín Bayés, está cargado de detalles humorísticos y enriquecen cada uno de los cuentos presentes en este clásico de la infancia en España.
Esta especie de fábula moderna se desmarca de otras por su texto en verso y por estar escrita por una de las autoras brasileñas más queridas y celebradas internacionalmente. Ana Maria Machado creó “El perro del cerro y la rana de la sabana” para reverenciar a la amistad y la convivencia armónica en feliz. Todo ello a través de unos animales, potenciando así el estilo ingenioso y divertido que caracteriza a la escritora. Los protagonistas, que dan título a la obra, discuten por ver quién es más valiente. Haciendo una especie de campaña política, el perro y la rana intentan demostrar al resto de animales su bravura y ganarse una opinión favorable y mayoritaria. Todo esto acaba desencadenando la furia del león, y entonces los protagonistas se percatarán que deben superar sus diferencias para colaborar y vencer al léon. El humor está presente en todo momento, como la bien marcada moraleja. Las ilustraciones, de Irene Savino, acentúan más si cabe la calidad de este genial cuento.
El inglés T.H. White acostumbró a crear microuniversos de fantasía con suma habilidad, enganchando a lectores de varias generaciones a su obra. “El reposo de la señora Masham” es un imprescindible de este género, e incluso la fascinación que transmite invita a la relectura. El continente de este mundo mágico es una pequeña isla en medio de un lago y próxima al palacio Malplaquet. María, una niña huérfana, se aleja del palacete y se adentra en un universo que la cautivará para siempre. En la citada isla hay espacio para liliputienses (referencia a Gulliver), zorros gigantes, bebés en cáscaras de nuez y urracas usurpadoras. Tal como le dicen a María, llevan viviendo doscientos años en esa espacie de templo. La intriga también está presente en forma de personajes malévolos y objetos importantes que se han extraviado. Los valores que encarna María son dignos de admirar, y será una heroína para todo aquel que lea este libro. Una imprescindible novela santuario de la fantasía y la imaginación.
Fantasía y realidad se entrecruzan en este relato por momentos costumbrista y a ratos surrealista. María Merryweather tiene trece años y debe trasladarse a la finca Moonacre con su perro Wiggins y su institutriz. La historia está ambientada a mediados del siglo XIX en Inglaterra. El primo de María vive en un castillo de origen normando y la llegada de la protagonista hará que ésta se sumerja en un mundo fantástico inspirado en los cuentos medievales y la novela caballeresca. Criaturas fantásticas, como unicornios, habitan el valle. Allí María hará amigos imaginarios que luego son personas diferentes en la vida real. Como no podía ser de otra manera, el conflicto imperecedero entre el bien y el mal también se pone de manifiesto en “El pequeño caballo blanco”, en este caso a través de María y su primo Bnejamin. Uno representa la luna y otro el sol. El carácter pacifista de María se impondrá y devolverá la paz a la finca Moonacre. Este libro es un conjunto de ideas ilusorias que calan en el lector de la mano de la excepcional Elizabeth Goudge.
La sueca Maria Gripe es célebre por sus cuentos oscuros y con elementos sobrenaturales. “Agnes Cecilia” recibe este título por la muñeca que es regalada a la protagonista, Nora. A esta joven la han enviado con una familia de acogida tras perder a sus padres. Por si esto no fuese de por sí dramático, una serie de extraños sucesos acontecen a Nora, los cuales relacionará con fantasmas. Nora intuye que dichos fantasmas están relacionados con la desaparición de sus padres. Tras resolver el misterio, la embriaga una paz interior y un sentimiento de liberación. Maria Gripe se caracteriza por describir espléndidamente la psicología de sus personajes, y las quimeras y pensamientos de Nora así lo demuestran. Asimismo, hay un clima constante de tensión porque cualquier posibilidad sobrenatural está abierta. “Agnes Cecilia” funciona como cuento de fantasmas, pero sobre todo como descripción de la difícil etapa que supone la adolescencia en algunos sentidos.
Esta novela para adolescentes muestra el genio de Ana María Matute en todo su esplendor. El protagonista es Jujú, un niño de once años educado bajo tres mentalidades diferentes. Y es que Jujú está a cargo de sus tres tías adoptivas. Una se esfuerza en que Jujú sea sensible y se comporte educadamente. Otra quiere que su sobrino no sea perezoso y se entregue al trabajo. Por último, su tercera tía desea que se convierta en un hombre culto y de bien. El conflicto de puntos de vista provoca que Jujú se evada yéndose al desván, donde imagina que está a bordo del Ulises surcando los mares. Todo transcurre con normalidad hasta que una vez encuentra a un fugitivo en el desván y ambos se escaparán huyendo de la rutina. Jujú experimentará entonces una montaña rusa de acontecimientos y sensaciones, que le llevarán a madurar de forma obligatoria. Un cuento imprescindible de la literatura española de posguerra.
María Elena Walsh es una de las escritoras infantiles argentinas más célebres de siempre. “Dailan Kifki” es posiblemente una de sus más tiernas creaciones. Y no es decir poco. Dailan Kifki es un gran elefante que es abandonado en el portal de una casa. La niña que protagoniza la historia lo descubre atascado en la puerta, y sabe quién es gracias a una carta que lleva en su oreja. Aunque intenta esconderlo sigilosamente, el estruendo al desplazarlo despierta a toda la familia y todos se asustan. Pese a todo, intentan criarlo y cuidarlo, lo cual provoca más de una situación divertida a la vez que embarazosa. En un cierto punto, cuando Dailan Kifki se queda solo en la rama de un árbol, le ponen alas y empieza a volar. La familia entonces comienza la búsqueda del elefante por varios países. La historia resulta tremendamente original y aguda, y está aderezada por el colorido que aportan los dibujos de Sandra Lavandeira.