El inglés James Watson efectúa en “Palabras a media voz” una denuncia velada del Chile de Pinochet en particular, y de cualquier país donde exista represión en general. Todo lo hace a través de Andrés, un chico cuyo padre es llevado a la fuerza por los militares chilenos. La vida de Andrés pasa de la aparente normalidad a la pesadilla, llegando al clímax cuando es enviado a una casa de torturas. Andrés lo pasa realmente mal, pero su espíritu por alcanzar la justicia es infatigable. Watson escribió una oda a los Derechos Humanos, Civiles y Sociales. La calidad de la obra incrementa notablemente con el marco de una ficción histórica, y con el estilo del autor que destila elementos de guion, periodismo y locutor de radio. En definitiva, ésta es una obra que cualquier adolescente inquieto por la búsqueda de la justicia debe visitar tarde o temprano.
La aparición de “El Hobbit” como cuento infantil puede sorprender a más de uno. Esta célebre historia, de moda gracias a las adaptaciones cinematográficas de Peter Jackson, fue concebida por J.R.R. Tolkien como un relato para transmitir a sus hijos. El escritor británico, nacido en Sudáfrica, se lo tomó de forma tan seria que recreó un universo al completo con tan sólo su imaginación: la Tierra Media. Aunque “El Hobbit” tiene un lenguaje más sencillo e infantil que “El señor de los anillos”, ambas novelas pertenecen a las sagas de la Tierra Media y son la principal fuente de información para conocer la mitología tolkieniana. Este autor, venerado por muchos, es considerado el padre de la fantasía moderna. Creó razas (hobbits), lugares y hasta nuevas lenguas, para dotar a sus libros de una identidad propia. Tolkien era un estudioso de las mitologías y las lenguas, y así lo demostró en su obra. Legiones de fans han disfrutado con esta aventura en la que Bilbo ayuda a una compañía de enanos a recuperar sus antiguas posesiones. Todo un clásico de la literatura universal que merece la pena leer una vez, como mínimo.