Considerada una de las mejores novelas infantiles de la historia, “El jardín de medianoche” es la obra maestra de Philippa Pearce. Y esto no es decir poco, puesto que la autora inglesa creó algunos de los relatos más conocidos y leídos durante la segunda mitad del siglo XX. La narración se centra en Tom, un chico el cual es enviado a vivir un tiempo con sus tíos. El emplazamiento es una casa de la campiña inglesa. Aunque al principio todo parece normal, Tom siente curiosidad por el pasado de la casa y cada noche se aventura en el jardín, donde conoce a una misteriosa chica llamada Hatty. Es entonces cuando la historia cobra tintes sobrenaturales y entremezcla el pasado y el presente hasta un sorprendente final. Detrás de todo ello, Pearce nos muestra un sinfín de valores que todos deberíamos asimilar. Empezando por el poder de la amistad, continuando con la tolerancia y el respecto, y concluyendo con la honestidad y fidelidad a uno mismo. El envoltorio en el que nos presenta esta maravilla es un relato absorbente que despertará la melancolía de los jóvenes lectores, y les ayudará a apreciar lo efímero de todo.
El escenario más recurrente para denunciar la esclavitud son las novelas ambientadas en la Guerra Civil estadounidense. Por ello, encontrar un ejemplo fuera del país norteamericano o donde se denuncie a otro país resulta extraño. Más todavía si en este nuevo foco de crítica, Inglaterra, la esclavitud ya había sido abolida tiempo atrás. Éste es el eje de “El esclavo Midnight”. El protagonista, que da nombre a la novela, es africano y trabaja en una plantación de azúcar, hasta que es vendido a un capitán británico. Dicho capitán se dedica a la trata de esclavos a espaldas de las leyes de su país. Midnight conoce a otra esclava, Jess, una chica blanca huérfana que ha sido objeto de comercio en diversas ocasiones. Juntos descubrirán las actividades ilegales del capitán Meredith. Pero no pueden luchar contra la jerarquía de poder, y acaban prefiriendo escapar e intentar una vida digna y tranquila lejos de las abominables garras de la esclavitud. Este libro de Marjorie Darke rebosa brutalidad y crítica a la condición humana, y dicho realismo es en sí mismo una propuesta diferente a muchas de las novelas para adolescentes.