¿Cómo es posible que, pudiendo decidir, no haya camino exento de tristezas? Esta cuestión podría ser la base de “Alem Kelo, refugiado”, novela ganadora del Portsmouth Book Award en 2002. Benjamin Zephaniah trasladó el estilo lírico, bello y profundo de su obra poética a esta narración para jóvenes con excelentes resultados. El protagonista es Alem, de padre etíope y madre eritrea, que vive en sus carnes la guerra entre ambos países y por ello la discriminación racial fruto de la misma. Con la intención de poner a salvo a su hijo, el padre de Alem usa como excusa unas vacaciones en Inglaterra para abandonar allí al chico y dejarlo a la suerte del gobierno británico. Con la ayuda de personas que trabajan en el ámbito social, Alem puede reconstruir su vida en el seno de una familia local. La vida de Alem es, desde ese momento, agridulce, puesto que no puede dejar de lado su vida a salvo y volver a África. Es por ello que, tristemente, debe aceptar que no volverá con sus padres. Uno no puede resumir los múltiples valores y lecciones que este libro aporta, pero sí recomendarlo como imprescindible para entender los problemas del mundo en el que nos ha tocado vivir y superarlos de la mejor manera posible. Siendo personas maduras y cabales.
Esta historia contada a dos bandas permitió a Jamila Gavin conseguir el Whitbread Book of the Year en el año 2000. “Un niño de Coram” es una suerte de ficción histórica de trama potente y sustentada a través de la lucha contra las injusticias y lo establecido por parte de sus protagonistas. De un lado están Alexander y Thomas, que juntos acuden a un coro catedralicio; y de otro Aaron y Toby, abandonados en Londres, en el hospicio de Coram. Ambas parejas de amigos, no relacionadas entre sí, hacen valer la fuerte unión existente entre ellos y demuestran que la amistad puede mover montañas. Aunque, como se ha comentado, no existe vínculo, sí comparten enemigo: Otis Gardiner, quien se dedica a sustraer a niños del condado. Desde luego, esta novela habla de una época convulsa, la Inglaterra del siglo XVIII, y ofrece reflexiones al lector que le ayudarán a madurar. Un elemento que Gavin también maneja a la perfección es el homenaje a la música y su efecto positivo en la vida de las personas.
Las novelas adolescentes cada vez exploran más universos profundos y nada superficiales. Esto se debe a la rápida madurez que nuestros jóvenes experimentan en un mundo progresivamente más interconectado y con mayor flujo de información. Es por ello que los relatos de aventuras y los valores arcaicos están dejando paso a dramas cotidianos más propios de nuestros días. “El niño con el corazón de cerdo” ahonda en estas reflexiones, de tipo ético y moral, sobre todo concernientes a la medicina y sus aplicaciones. Estos dilemas éticos nos parecen claros hasta que nos incumben personalmente, ahí es cuando los sentimientos se anteponen a todo. El protagonista de esta entrañable historia, Camreon, es un joven de trece años de una familia afroamericana y que posee una patología cardíaca grave con riesgo de muerte. Cameron se somete a un xenotrasplante con un corazón de cerdo, aunque no termina de funcionar. Otro tipo de intervenciones son más cuestionables, y el debate interno de Cameron y su familia lo sentirá el propio lector en sus carnes, posicionándose incluso en un lado u otro. Una novela que invita al pensamiento crítico y racional, y al enfrentamiento de éste con los sentimientos humanos.
“El chico del río” aborda con habilidad la temática de la comunicación intergeneracional, especialmente entre abuelos y nietos. Jess y su abuelo tienen muy buena relación, pero el anciano sufre una enfermedad y su hora está cerca. Para satisfacer sus últimos deseos, la familia de Jess viaja junto con el abuelo al lugar donde éste creció y se crió, un precioso y misterioso valle. El abuelo quiere pintar un cuadro llamado “El chico del río” empleando el bello paisaje. Jess se entretiene nadando a lo largo del río que fluye por el valle, y ella acaba conociendo a un extraño chico que nada muy bien. Curiosamente, este personaje desaparece al fallecer su abuelo… El uso de la fantasía sobrenatural junto a temas de enfermedad y muerte es llevado a la perfección por Tim Bowler, quien recibió por esta espléndida novela la Medalla Carnegie en 1997.
La segunda novela de Laura Ingalls Wilder tiene un protagonista masculino. “Un granjero de diez años” está inspirado en la vida del marido de la autora y, al igual que el resto novelas de Ingalls, es un vivo retrato de la vida en Estados Unidos a lo largo del siglo XIX. Almanzo es un chico de nueve años que sueña con ser granjero y así suceder a su padre. Por ello, todos los días se levanta temprano para hacer labores en la granja antes de marchar hacia la escuela. Almanzo disfruta esquilando ovejas, alimentando al ganado y limpiando el establo. De igual forma, lo que más divierte a Almanzo es montar a caballo. Igual que en otros casos, el propósito de Ingalls es mostrar la vida rural de su país con una presentación histórica impecable y una melancolía propia de un estilo de vida antaño muy extendido pero ahora casi olvidado.