¿Cómo reaccionarías si de un día para otro el mundo en el que vives cambiase por completo y no hubiese más opciones que la supervivencia? La célebre saga “Tomorrow”, todo un clásico de la literatura juvenil en Australia, se estrenó de esta guisa con “Mañana, cuando empiece la guerra”. Ellie, en plenas vacaciones navideñas, se va de acampada con sus colegas al vasto campo australiano, concretamente a unas montañas a la que llaman Hell. Al volver a casa, se dan cuenta de que todo ha cambiado y la situación parece apocalíptica. Un extraño enemigo ha dado un vuelco a sus vidas: sus casas están deshabitadas y sus padres apresados. La pandilla protagonista emplea las montañas de Hell como bastión y como centro de operaciones, y empiezan a cocer una estrategia para recuperar la estabilidad. En esta fabulosa novela el drama tiene cabida en forma de muertes y pérdidas inesperadas, pero también se transmite en esencia la esperanza y la lucha por unos ideales. En estos momentos difíciles, la amistad y la familia, y los valores de lealtad y perserverancia se hacen imprescindibles. Una constante en la obra del genial John Marsden.
Los personajes de Robert McCloskey en “Arándanos para Sal” aparecen de nuevo en esta novela. La trama gira en torno a Sal y cómo se siente ante la pérdida de su primer diente. Dicho diente se le mueve y Sal está ansiosa de que suceda. Por ello las vivencias que le suceden mientras espera expectante le marcan más que nunca. Y eso que se trata de momentos como excursiones y travesías en barco, a los cuales está acostumbrada. Pero esa mañana en Maine será diferente a cualquier otra porque se le va a caer un diente. Cuando finalmente esto sucede, Sal pierde el diente y se desespera. Con la mentalidad de un niño, Sal piensa que el animal que se lo encuentre disfrutará de su deseo. Como otros cuentos de McCloskey, en “Una mañana en Maine” se respira un aire nostálgico por las sensaciones exacerbadas y vividas cuando eres pequeño. Todos hemos exagerado la forma de ver las cosas cuando somos pequeños, y luego lo recordamos con melancolía a la vez que agradecemos haber madurado al respecto.