La Medalla Carnegie de 1999 premió a Aidan Chambers y su profundidad a la hora de ofrecernos relatos que, por la pasión con que están escritos, beben de la propia experiencia del autor. Y es que Chambers, antes de dedicarse a la literatura, fue monje y maestro. “Postales desde tierra de nadie” se construye a través de dos tramas argumentales que poco a poco van convergiendo. Por un lado, el protagonista es Jacob, adolescente que decide indagar en el pasado de su abuelo visitando los Países Bajos y a una señora mayor llamada Geertrui que conoció a su ascendiente. Por otro lado, Geertrui es la protagonista y la narración se sitúa décadas atrás. La novela permite reflexionar sobre aspectos de la sociedad que se dan por sentados, como la aparente libertad que resulta no ser tanta porque hay aspectos mal vistos por los demás. Y otros temas controvertidos como la ambigüedad moral, la condición sexual, el adulterio y la eutanasia. Como vemos, “Postales desde tierra de nadie” alberga todos los ingredientes para justificar la aclamación y galardondes recibidos.
La adolescencia pueden verse súbitamente interrumpidas por un embarazo no deseado. Este acontecimiento altera la vida de cualquier persona para siempre. Una juventud privada de amistades, momentos felices y diversión condiciona la existencia de cualquiera, y por ello se hace necesario concienciar a los adolescentes. “Querido nadie” trata este escabroso tema de forma muy hábil, prueba de ello es la Medalla Carnegie que Berlie Doherty recibió en 1991. Helen y Chris están muy enamorados, disfrutan la intensidad de la primera relación con pasión y alegría. No obstante, ésta se trunca y ambos madurarán fortuitamente para afrontar la maternidad y la paternidad. Helen se aísla y escribe cartas para su futuro hijo, y Chris no sabe cómo actuar de forma correcta. Cuando dan la noticia, la familia ofrece todo su apoyo y comprensión, como debe suceder. La vida es así y todos somos responsables de nuestros actos. Esta lección nos la enseña “Querido nadie” a través de un argumento que calará hondo en cualquier adolescente y lo pondrá alerta.
Uno de los signos que caracterizó a Louise Fitzhugh en sus obras fue la rebeldía. Ya lo había demostrado en su primera novela, “Harriet, la espía”, y le dio continuidad en “La familia de nadie va a cambiar”. En esta nueva publicación la protagonista es Emma Sheridan, una niña inquieta e inconformista que se enfrenta al ambiente represivo de su familia. Dicho ambiente es la traducción del carácter autoritario de su padre, así como de la inoperancia y sumisión de su padre. Emma decide entonces vincularse a una asociación clandestina que lucha contra los abusos paternales. Este relato fue merecedor del Children’s Book Bulletin a pesar de las polémicas que su autora suscitaba. De hecho, no es habitual una novela que reivindique tan fervientemente los derechos de los niños y critique los estereotipos. Todo ello, claro está, aderezado con un estilo mordaz e ingenioso que motivará a los jóvenes y les infundirá autoconfianza.