En “Jugando a ser Beatie Bow”, Ruth Park funde la ficción histórica y la fantasía para ofrecer un relato costumbrista y de valores. Ganador del premio al Mejor Libro Infantil del Año en Australia en 1981, la novela nos enseña cómo podemos aprender de otras personas y de lo acontecido en otras épocas de la historia. Abigail Kirk tiene catorce años y vive en Sidney, y su carácter tranquilo se transforma después de que su padre abandonara a su familia. El relato da un giro cuando Abigail, persiguiendo a una chica extraña, se ve transportada a 1873, más de cien años atrás, donde es obligada a convivir con una familiad de inmigrantes sumidos en la pobreza. Las crudas condiciones, las costumbres de antaños y los valores que prevalecían cambian por completo la visión que Abigail tiene del mundo. A causa de ello, cuando regresa a su época, Abigail es más reflexiva y sabia. Lo que Ruth Park realiza en esta novela es emplear el viaje en el tiempo de una forma inusual, aquí para resaltar las virtudes de una vida sencilla y alejada del materialismo, en contraposición al crecimiento y las guerras del siglo XX.
Curiosa es la mescolanza de géneros que “Viajera en el tiempo” nos ofrece. A caballo entre las novelas decimonónicas, la fantasía, la ciencia ficción y los relatos de intrigas palaciegas, Alison Uttley supo explotar las características de cada uno. Aunque en ocasiones la trama adquiere cierta complejidad, la historia de Penélope resulta absorbente. Esta chica descubre que puede viajar en el tiempo al entrar en la biblioteca. Así, se transportará a la época isabelina, llena de romances e intrigas. Se trata de un momento de la historia donde en una finca se reunía mucha gente, constituyendo cada casa un propio mundo de relaciones. Penélope quedará prendada de todo ello, y querrá volver siempre a la biblioteca.La idea es ofrecer una reflexión sobre el valor de los libros, indicándonos que la lectura nos puede transportar a lugares maravillosos.
Es difícil encontrar novelas de la Segunda Guerra Mundial desde puntos de vista diferentes al inglés, estadounidense, francés o alemán. El escritor neerlandés Jan Terlouw quiso recalcar el papel de su país en la contienda global con “Invierno en tiempos de guerra”. Michiel es el protagonista, un chico de dieciséis años que en plena guerra aprende a no confiar en nadie y a valerse por sí mismo. Especialmente tras ser forzosamente alistado en la Resistencia holandesa contra los nazis que ocupaban el territorio. El marco temporal es el invierno más duro acontecido durante la guerra. Michiel ve alimentado su odio hacia los nazis tras ver ejecutado a su padre, pero aun así conserva la esperanza de que un mundo mejor es posible. Por ello, no se apresura a prejuzgar a todos los alemanes con los que se encuentra, igual que descubre que entre sus propias filas hay traidores. Terlouw refleja la crueldad de la guerra con ligeros toques de humor, patriotismo y heroísmo. Un cóctel que siempre triunfa entre los lectores adolescentes más intrépidos.
“Una arruga en el tiempo” supuso un hito en la década de los 60’, ya que es un popurrí de géneros un tanto extraño que dota al libro de un atractivo inusual. La protagonista es Meg, una chica inteligente, incomprendida socialmente, de gafas gruesas y maniática. Junto a su hermano, Charles, ambos emprenderán un viaje a un planeta lejano en búsqueda de su padre. Éste, el cual es científico, desaparece en misteriosas circunstancias, y los niños van detrás de él cuando tres curiosas mujeres aparecen en el jardín y se llevan a los dos hermanos. Madeleine L’Engle introduce conceptos científicos reales y aporta elementos fantásticos para describir un viaje excitante donde Meg deberá enfrentarse a un malvado cerebro sin cuerpo. Con su esfuerzo todos los problemas se resolverán y se da cuenta de que pronto será una mujer responsable. La autora aúna ciencia ficción con otros géneros en un libro para jóvenes tremendamente envolvente que sirve como vehículo para transmitir sus propios valores.