En “El príncipe feliz” encontramos un relato conmovedor y lleno de humanidad, uno de los más conocidos de Oscar Wilde. El protagonismo recae sobre una estatua de un príncipe antaño querido. Este príncipe no deja de sufrir por el hambre y la miseria que azotan la ciudad que gobernaba. Sumido en la tristeza, aprovecha el parón de un ave migratoria sobre su estatua para pedirle que ayude a la gente llevándole partes de la propia estatua: rubís, oro, zafiros… Los habitantes de la ciudad cada vez viven mejor y salen de la miseria, pero el invierno llega y el ave muere por no haber llegado a tiempo. En ese momento, el corazón de plomo del príncipe se parte. El alcalde manda derretir la estatua pero no consigue fundir el corazón. Finalmente, un ángel celestial se lleva los dos bienes más preciados de la ciudad: el ave y el corazón roto. Como vemos, es una historia totalmente enternecedora y que invita a reflexionar sobre nuestra relación con el prójimo, y si de verdad nos comportamos como deberíamos.
La historia de “El reloj de cuco” maravilla por las aventuras fantásticas que se suceden. La protagonista, Griselda, se va a vivir con sus tías a una mansión victoriana donde no tiene nadie con quien jugar. Harta de una atmósfera opresiva y de un molesto reloj de cuco, le arroja un libro a éste y lo estropea. Griselda se desespera, pero el cuco del reloj se arregla a sí mismo y además la invita a disfrutar de los recovecos de la mansión, incluso presentándole a final a Phil, un chico real de buen corazón. Este libro es actualmente recordado por la ingeniosidad del cuco, aunque originalmente Mrs. Molesworth quería hacer hincapié en el sacrificio personal.