El Nestlé Children’s Book Prize del año 2000 fue a parar a William Nicholson y su “El silbador del viento”. Esta novela es la primera de una trilogía de fantasía pura y dura, con toques mitológicos y características que recuerdan a épocas históricas reales. El eje narrativo contiene leyendas, ciudades amuralladas, reyes injustos, nombres propios, ejércitos, guerra y todo tipo de elementos idiosincráticos de una buena ficción épica y fantástica. El título del libro deriva de un extraño silbador que mantenía felices a los habitantes de Aramanth. La entrega de éste al ejército invasor tranquilizó a los opresores, siendo el punto de partida para desarrollar una historia conmovedora de lucha por la paz. El mundo creado por Nicholson se sostiene a la perfección a la vez que entretiene a los lectores adolescentes ávidos de fantasía.
El profesor William Waterman Sherman desea pasar un año sabático de su labor como docente en Matemáticas. Para aislarse y saciar ciertas inquietudes viajeras, Sherman inicia un viaje en globo alrededor de todo el mundo. Las circunstancias del viaje lo arrastran hasta la isla de Krakatoa, donde se abre para el protagonista una cultura nueva pero también un mundo de fantasía. Los habitantes de Krakatoa viven en paz y armonía con sus recursos y con los delirantes inventos que ellos mismos han desarrollado. Pero no todo puede ser bonito cuando hay un volcán a punto de entrar en erupción… Este clásico de William Pène du Bois recibió, con todo merecimiento, Medalla Newbery en 1948. Y es que estamos hablando de una novela que aúna características de la fantasía y de la ciencia ficción, pero también de los libros y guías de viajes. Además, du Bois también ofrece una crítica a nuestra sociedad mostrándote la autosuficiencia de las sociedades aisladas y el bienestar inherente a éstas.
“El collar del somorgujo” es una de las más orgullosas representaciones de la literatura infantil canadiense. Empleando además parte del folclore de Canadá como leitmotiv, William Toye creó una historia excepcional. En ella se funden el mito y la leyenda para transmitir ideales de justicia y amor por la naturaleza, valores muy arraigados en el país norteamericano. El relato se inspira en una tradición de los nativos, quienes decían que el somorgujo, un ave característica de Canadá, podía curar la ceguera. En una ocasión, el somorgujo devolvió la vista a un anciano, y se dice que éste lo recompensó con un collar de conchas. El collar permaneció en su cuerpo y algunas conchas salpicaron por su espalda. De ahí el característico moteo del plumaje del somorgujo y su mancha en forma de collar. Además de la historia, las ilustraciones que lo acompañan, el característico collage de Elizabeth Cleaver, resultan maravillosas. Por si esto no fuera suficiente, “El collar del somorgujo” también es una descripción de los bellos paisajes canadienses, y una invitación a conocer este asombroso país a través de su literatura.
Por todos es conocida la habilidad de William Steig para relatar a través de animales historias que se deberían situar en un mundo de humanos. Aunque “Doctor De Soto” no es su obra más conocida, sí que resulta una divertida y esperpéntica aproximación a una situación cotidiana. Y además, tiene como mensaje el mentalizar a los niños de cara a sus visitas a los profesionales de la medicina, especialmente a los dentistas. El Doctor De Soto es un ratón dentista que atiende por igual a todos los animales, grandes o pequeños, excepto a gatos y otros seres que puedan resultarle peligrosos. Su ayudante es la señora De Soto. Juntos consiguen ser los favoritos para extirpar las muelas de los animales, pues nunca causan dolor. Un zorro acude un día a la consulta, y los ratones lo atienden con profesionalidad. No obstante, cuando el zorro vuelve otro día sus instintos nacen y sus malos pensamientos son hábilmente reprimidos por el Doctor De Soto. En definitiva, una delirante mezcla entre un mundo de humanos y lo más irracional del mundo animal de la mano de uno de los escritores infantiles más leídos en Estados Unidos.
“El verdadero ladrón” hace gala de la habilidad de su autor, William Steig, para tratar reflexiones profundas de forma que los niños lo puedan entender y a través de animales. En este caso se habla de la avaricia y de la asunción de la culpa, y cómo nuestras acciones pueden afectar negativamente a otros. El protagonista es Gawain, un ganso que es guardián del tesoro del rey Basil, el cual es un oso. Gawain se percata un día que las piedras preciosas de Basil han disminuido en número, y da la voz de alarma. La solución fácil es acusar a Gawain, pese a que es por todos querido y su reputación está intacta. Aquí Steig nos ofrece una crítica de las miserias humanas, y cómo muchas veces los que son tratados con injusticia atraviesan momentos de soledad y depresión. El verdadero ladrón, que no es Gawain, se debatirá entre confesar y asumir las consecuencias, o callar y hacer recaer sobre su conciencia el castigo a Gawain. Más de un niño reflexionará con este relato y le hará pensar en las consecuencias de las acciones antes de realizarlas.
El estadounidense William Steig se inició en la literatura infantil pasados los 60 años, pero no por ello impactó menos en este mundo. “Amos y Boris” es uno de sus libros más queridos y celebrados. Esta especie de fábula contemporánea es una oda a la amistad. Los protagonistas son Amos, un ratón, y Boris, una ballena. Entre ambos surge un vínculo aparentemente imposible que se irá haciendo más fuerte a medida que ambos descubren que tienen más cosas en común de lo que se pensaban. Los dos personajes tienen buen corazón y se ayudan mutuamente, en algunos casos incluso salvándose la vida. Un punto de inflexión que los hará inseparables es cuando descubren que son mamíferos, aunque uno de tierra y otro de agua. Esto los unirá más emocionalmente, aunque a la vez supondrá que cada uno tenga que vivir en su hábitat. Sin embargo, la amistad es para siempre y es maravillosa, como todos los pequeños lectores irán descubriendo en su vida.
Uno de los libros más reconocidos en los que se habla sobre la esclavitud y el racismo en Estados Unidos es “Trueno”. Escrito por William H. Armstrong, este celebrado título fue también criticado por algunos sectores que pedían todavía más profundidad en el sufrimiento de la comunidad afroamericana. El nombre de la novela lo recibe del perro de un hombre de color que cuida una finca al sur de Estados Unidos. Nadie más tiene nombre en toda la historia. Las injusticias son el hilo conductor de esta fascinante novela. El hombre protagonista es condenado por delitos menores de hurto, Trueno es desfigurado por un disparo de escopeta y el hijo del protagonista debe trabajar intensamente para sustentar a la familia. Este vergonzoso escenario fue la constante durante más de un siglo en Estados Unidos, y resulta imprescindible recordarlo a la sociedad y a las nuevas generaciones. Sobre todo para que no caigan en los mismos errores y entiendan los derechos humanos. “Trueno” dejará en los lectores muchos valores que ya no olvidarán, los cuales aumentarán su conciencia social y su sensibilidad hacia el prójimo.
La historia protagonizada por el burro Silvestre tiene muchos paralelismos con otras en las que un hijo se pierde y los padres nunca pierden las esperanzas y acaban encontrándolo. De forma muy entrañable, William Steig nos relata cómo un burro llamado Silvestre colecciona piedras y guijarros de todas las formas y colores. Un día se topa con una piedra roja a la cual puede pedir deseos. Para su desgracia, Silvestre se encuentra con un león de camino a casa y, para evitar ser atacado, le solicita a la piedra roja convertirse en piedra. De esta forma Silvestre queda atrapado y sus padres empiezan a buscarlo. Por accidente, los padrse de Silvestre se acaban sentando en la piedra que resulta ser su hijo y piden recuperar a su pequeño. Así es como Silvestre se encuentra de nuevo con sus progenitores y todo acaba de forma feliz. Muchos han querido ver analogías con la muerte y la fragilidad de los niños, pero lo cierto es que “Silvestre y la piedrecita mágica” es un cuento tierno, anacrónico y para todos los públicos.
Este clásico de William Golding es un retrato de la parte más animal que acompaña a todo hombre. Aunque se puede interpretar como una historia de aventuras acontecidas tras un naufragio, el mensaje del autor va mucho más allá de lo meramente superficial. El instinto nace cuando una persona está desesperada y con la supervivencia como objetivo. Golding escribió “El señor de las moscas” pensando en el público adulto, aunque ha gozado de mucho éxito entre el público joven y en las escuelas. La trama se centra en un grupo de niños y adolescentes que, tras un accidente de avión, se ven obligados a convivir en una isla desierta. Lejos de otros relatos de aventuras, la violencia y el conflicto se dan desde muy pronto y son el principal eje de la historia. Incluso unos seres todavía inocentes son capaces de evolucionar y transformarse en criaturas despiadadas cuando lo importante es sobrevivir al resto. En la historia desfilan carismáticos personajes como Ralph, Jack o Piggy. William Golding pensaba que cada uno es responsable de sus propios actos y por ello fue crítico con el papel de todos los países en la Segunda Guerra Mundial, haciendo especial hincapié en el caos social que habían creado. Y remarcando el fin de la inocencia para muchos que la habían vivido.
De la saga homónima, este libro es realmente el segundo de la misma. La saga completa de “La casa de la pradera” cuenta la infancia de la autora, y se inició con el fabuloso “La casa del bosque”. En este libro se cuenta el viaje de la pequeña Laura Ingalls con su familia desde Wisconsin hasta Kansas. Los padres de Laura muestran una actitud positiva que intentan transmitir a la niña para que se sienta segura a lo largo del viaje y para que distraiga su mente de los peligros del camino. La precisión histórica del relato es admirable, y se describen paisajes, vestimentas, costumbres y la presencia de los nativos norteamericanos. Como en otras novelas de Ingalls, la mirada es más adulta de lo que puede parecer, y la melancolía y crudeza conviven con la inocencia de la pequeña protagonista. Una imprescindible de la literatura infantil de Estados Unidos.