Uno de los personajes más famosos del cómic español es el Capitán Trueno. Publicado en pleno franquismo, este guerrero creado por Víctor Mora siempre hizo un poco la contra a los ideales de la época. El Capitán Trueno siempre iba acompañado por el gigantón Goliath y el aniñado Crispín, y luchaba por el amor de Sigrid. A lo largo de las historietas se muestran valores de independencia, de decisión y de crítica a los puntos de vista radicalmente opuestos. El Capitán Trueno demuestra que entre el bien y el mal hay matices y, a pesar de que lo consideren un héroe, también comete errores. Por ello, a menudo ha sido considerado como una especie de Don Quijote pero totalmente en su juicio y con los pies en el suelo. Varios dibujantes han dado vida al Capitán Trueno, aunque el más reconocido es Ambrós. Este imprescindible de las historietas en España fue publicado entre 1959 y 1968, y merece la pena sumergirse en sus páginas y disfrutar de sus incontables aventuras.
La visión del mundo de Alfanhuí es la que conduce la narración de esta curiosa novela, una de las más importantes de la literatura juvenil de posguerra en España. El escritor, Rafael Sánchez Ferlosio, muestra su maestría en su estilo de escritura, dotando de imaginación y surrealismo a la historia sin despegarse de la crítica a la sociedad del momento. Alfanhuí es un niño con ambición de convertirse en taxidermista y de ilusión desbordante. El relato discurre a través de las vivencias del propio Alfanhuí al tiempo que se describen todo tipo de seres de forma lírica y atractiva. Algunos críticos la consideran una versión actual de las antiguas novelas de picaresca española; otros la ven como paradigma del realismo mágico en España. En cualquier caso, si algo tiene la obra de Sánchez Ferlosio que la hace tan especial, es su originalidad. E “Industrias y andanzas de Alfanhuí” es el mejor ejemplo de ello.
“El camino” es una de las novelas más leídas durante la adolescencia y juventud en España, ya que es recomendada en muchos entornos académicos. Miguel Delibes muestra su maestría en esta historia protagonizada por Daniel el Mochuelo, un chico que ha crecido en un entorno rural y que debe marcharse a la ciudad para estudiar. Sentimientos encontrados son los que pueblan el corazón de Daniel, ya que por un lado deja atrás una vida sencilla y feliz para embarcarse en una supuestamente mejor pero incierta. Esta temática es recurrente en la obra de Delibes, quien muestra el contraste entre la sociedad moderna y la tradicional, y el ámbito urbano y rural, y cómo esto afecta a las nuevas generaciones. De hecho, el título del libro ya resulta de por sí revelador, puesto que metafóricamente se refiere al transcurrir de la vida y el destino que gobierna nuestras acciones, y cómo esto afecta a nuestro comportamiento. Hemos de ser fieles a nosotros mismos y no separarnos nunca del camino.
Celia es una de las creaciones más fascinantes de la literatura infantil española. Esta chica es un buen paradigma de protagonista femenino con carácter. El personaje ideado por Elena Fortún es rebelde y ambicioso, y sus sueños le motivan a seguir adelante con sus travesuras. Se trata de la típica niña que por algunas acciones es bondadosa pero que por otro lado es un diablillo. Fortún mostró con Celia una mentalidad abierta para los tiempos que corrían, y su éxito se mantuvo desde su primera aparición en 1928 hasta los años 60’. Celia no tiene piedad con los adultos y a menudo se sorprende a sí misma criticando su comportamiento. Su inconformismo representa el pensamiento predominante en la España de antes de la Guerra Civil, y la mentalidad a medio camino entre la tradición y modernizarse. Se trata de una buena forma de acercarse a la España de antaño desde un punto de vista infantil, y reconocer los valores que predominaban.
Una de las obras cumbres de la literatura española es, sin lugar a dudas, “Platero y yo”. Su autor, Juan Ramón Jiménez, es uno de los pocos premiados con el Nobel de Literatura nacidos en España. El protagonista del libro es Platero, un burro que es descrito desde sus primeros pasos hasta que fallece. Platero se convierte en un vehículo para representar de forma poética ideales de pureza, transmitir emociones, reflexionar sobre la vida. Por ello es la obra más conocida del autor. Juan Ramón Jiménez supo reflejar cómo los burros fueron importantes en su vida, con los que compartió vivencias durante su infancia y más adelante. Platero es un compendio de todas estas criaturas, y una oda a la belleza, a la naturaleza y al hogar. Por otro lado, también es una crítica voraz de las injusticias y del sistema social de la España de principios del siglo XX. Un imprescindible de cualquier hogar de este país.