Aunque haya géneros de ficción para jóvenes y adolescentes que están más que trillados, si las diferentes obras tienen éxito se debe a que cada una ofrece una propuesta de valor distintiva. En el caso de “¡Abajo el “colejio”!” dicha propuesta es el lenguaje empleado en la obra. Este clásico del cómic irreverente de escuelas e internados supuso un hito en los años 50 por sus vocablos premeditamente erróneos y el casi malsonante uso de la palabra. El tándem formado por Geoffrey Willans y Ronald Searle creó la saga de Nigel Molesworth, el narrador de la historia, quien advierte al lector de cómo uno se debe comportar en la escuela. El estilo de Molesworth es macarra, coloquial y lleno de fallos ortográficos, lo cual deleitará al lector. También son atractivos el trasfondo satírico de Willans y los agudos dibujos de Searle. Las posteriores reediciones del cómic han puesto de nuevo sobre la mesa el inmenso valor crítico de la obra.
Las novelas de G. Trease se caracterizan por su ambientación histórica y su fidelidad a la época que representan. Y es que el autor se documentaba a fondo para narrar una ficción verosímil que describa el pasado, especialmente el de Inglaterra. “La clave de la traición” es un buen ejemplo de ello. El protagonista es Peter Brownrigg, quien deja su pueblo escapando de la justicia, ya que participaba boicoteando al señor. En su fuga se une a Kit, una chica que también ha cometido fechorías. Ambos se disfrazan y se hacen pasar por actores de una compañía de teatro ambulante. A medida que avanzan pasando inadvertidos, los dos protagonistas se introducen en una serie de intrigas que revelan una conspiración para asesinar a la reina Isabel I. Esto hace que la historia adquiera intensidad cuando Kit y Peter tengan que correr por sus vidas. Se trata de una novela histórica espectacular para introducir a los lectores incipientes en este género.