No es difícil adivinar dónde transcurre y de qué puede tratar esta novela con tan sólo leer su título. Ciro Alegría fue uno de los mejores escritores indigenistas de Perú y el que mejor y con más éxito se aproximó a la literatura infantil. En “Las aventuras de Machu Picchu” narra el devenir de un pastorcillo que ha vivido siempre en las tierras más vírgenes y mejor conservadas de Perú. La sencillez es una de las máximas en el estilo de vida que profesa la gente de esta región, evocación de la provincia de Huamachuco, donde creció el autor. Las costumbres, parcialmente heredadas de los incas, están profundamente arraigadas y transportan al lector a una vida tranquila y en armonía con el pasado y con la naturaleza. Las descripciones de Ciro Alegría son precisas pero no recargadas, y se permite el lujo de introducir otras historias del folclore oral dentro de su propia narración. Como podemos imaginar, con “Las aventuras de Machu Picchu” estamos ante uno de los mayores clásicos infantiles de Perú en el siglo XX.
Este entrañable oso ha vendido más de 35 millones de ejemplares y su popularidad es imperecedera. En la historia, llega como polizón a la estación de Paddington de Londres, procedente de Perú. El señor y la señora Brown lo acogen y le dan el nombre del lugar donde se lo encuentran. A partir de ahí Paddington es como un niño más, metiéndose en líos los cuales parecen aventuras para él mismo, enfurruñándose cuando no está de acuerdo con algo y comiendo dulces caprichosamente. Su éxito ha dado lugar a mucho merchandising e incluso se erigió una estatua de bronce en la estación de tren de Londres que le da nombre.