Aunque haya géneros de ficción para jóvenes y adolescentes que están más que trillados, si las diferentes obras tienen éxito se debe a que cada una ofrece una propuesta de valor distintiva. En el caso de “¡Abajo el “colejio”!” dicha propuesta es el lenguaje empleado en la obra. Este clásico del cómic irreverente de escuelas e internados supuso un hito en los años 50 por sus vocablos premeditamente erróneos y el casi malsonante uso de la palabra. El tándem formado por Geoffrey Willans y Ronald Searle creó la saga de Nigel Molesworth, el narrador de la historia, quien advierte al lector de cómo uno se debe comportar en la escuela. El estilo de Molesworth es macarra, coloquial y lleno de fallos ortográficos, lo cual deleitará al lector. También son atractivos el trasfondo satírico de Willans y los agudos dibujos de Searle. Las posteriores reediciones del cómic han puesto de nuevo sobre la mesa el inmenso valor crítico de la obra.
Ronald Searle fue un caricaturista y dibujante de secciones serias de revistas, que se caracterizó por sus ilustraciones ácidas y críticas con la actualidad. Curiosamente, la fama le llegó con estas historietas infantiles, algo inusual en la obra de Searle. Sin embargo, el carácter del autor se vislumbra en “Hurra por St. Trinian”, donde el universo de los internados se invierte por completo. Las protagonistas son irreverentes, maleducadas e irrespetuosas; mientras que sus profesoras están aterrorizadas por estas antiheroínas. Quizá algunos consideran las tramas inadecuadas, donde aparecen el tabaco y bebidas alcohólicas, pero eso no resta importancia al trasfondo crítico, sobre todo teniendo en cuenta que fueron publicadas en la década de 1940. Lo que sí es seguro es que cualquier lector se verá absorbido por el mundo del St. Trinian y por sus personajes toscos y humorísticos.