Los libros de John Burningham siempre maravillan a los lectores de unos 5 años de edad. Esa es la época en que los niños empiezan a explotar su imaginación para divertirse de todas las formas posibles. Con unos pocos juguetes o, directamente con objetos, son capaces de crear un mundo que habitan y en el que se divierten. Por ello, estos niños se sentirán muy identificados con Shirley. Esta niña se adentra en el agua mientras sus padres se quedan en la playa. El libro se desarrolla sin texto de forma magistral, pues lo que nos guía es la imaginación de Shirley. La niña pronto piensa que está con su perro en un barco, que se encuentra con piratas y hasta que busca un tesoro. Hasta el momento en el que se acerca el final resulta estimulante. Shirley imagina que navega a toda velocidad hacia la costa y de noche, retornando a la realidad como una heroína. Ésta es la clave para que los niños, igual que se divierten jugando, asuman sus responsabilidades con ganas. El contraste entre Shirley y sus padres hará que hasta los padres se identifiquen con este excepcional cuento de John Burningham.
“Los niños del agua” es una obra de Charles L. Kingsley en el cual se plasma su ideología socialista y a la vez cristiana. Con ella se pretenden denunciar abusos como la explotación infantil, la prostitución o los trabajos mal pagados. Narra la historia de Tom, un niño huérfano que deshollina para el malvado jefe Grimes. Tras hundirse en un río se transforma en un “niño del agua” y es educado allí por unas hadas. Las hadas le aleccionan a través de situaciones divertidas pero a la vez duras. En el agua coincide con la chica de la que se había enamorado, la hermosa Ellie. Al final debe acudir a salvar a su exjefe, Grimes, debiendo deshacerse primero de sus sentimientos de rabia hacia él. Tras este acto, recupera su cuerpo y se convierte en inventor, revelándose además que Tom había estado muerto.