Un clásico de las novelas de detectives para niños en particular y de la literatura infantil francesa de posguerra en general es “El caballo sin cabeza”. El misterioso título deriva de un cuerpo de caballo estropeado que los niños protagonistas montan sobre ruedas y utilizan para divertirse. Dicho baluarte de la pandilla protagonista desaparece un día en condiciones misteriores. Es entonces cuando los jóvenes, intrigados por los sucesos, unen fuerzas con la policía para detener a los malhechores. El relato tiene dosis de suspense que mantendrán pegado a cualquier lector incipiente, así como los elementos característicos de las mejores historias de detectives. El inmejorable escenario es el París de los suburbios y tras la Segunda Guerra Mundial. El autor es Jean Sabran, quien bajo el pseudónimo Paul Berna publicó literatura infantil y logró bastante éxito con ello. Como se ha comentado, un clásico cuya popularidad se multiplicó con la adaptación cinematográfica de Disney en los años 60.
Un cuento infantil divertido e irreverente donde los haya es “La historia del topo que quería saber quién le había hecho aquello en su cabeza”. Su autor, el alemán Werner Holzwarth, utiliza un tema comprometido para que los niños lo traten con naturalidad desde el primero momento. El protagonista es un topo que, al salir de la madriguera, recibe una caca en su cabeza. El topo se cabrea muchísimo y empieza a buscar al culpable. La historia sigue las peripecias del topo discutiendo con el resto de animales y cómo éstos se justifican para decir que son inocentes. Como podemos imaginar, las explicaciones que éstos dan giran en torno a describir la forma de sus heces y a darles pistas acerca de quién lo ha hecho. El libro está lleno de ingenio, y el topo se topa con caballo, liebre, cabra, vaca y cerdo, entre otros. El desenlace del cuento resulta impactante y gracioso, pues dos moscan prueban la caca y concluyen que el culpable es el perro del carnicero. El topo se toma la venganza por su cuenta y le hace lo mismo al perro. Esta historia provocará las carcajadas de los niños, y los padres no tienen por qué pensar que es un libro grosero, pues aporta normalidad a un tema que en ocasiones suele ser tabú.