Pocas deben ser las formas que quedan por explotar respecto a las leyendas del Rey Arturo. Una de las más recientes es la de Kevin Crossley-Holland, quien en el año 2000 publicó “Arturo”. Esta vez, la historia se centra en un personaje de igual nombre al célebre héroe legendario, y ficticiamente contemporáneo del mismo. Arthur de Caldicot tiene ansias de convertirse en escudero, pues cree que vivir en Gales en el siglo XIII en su hogar familiar se le queda pequeño. En su vida se interpone también un tal Merlín, amigo de la familia y que lo instruye en los mitos de Arturo. Lo cotidiano es lo que realmente prima en esta novela, aunque el lector tendrá la sensación de estar sumergido en un mundo de aventuras bajo el género de la ficción histórica. El autor, por otro lado, hace buena descripción de las numerosas tensiones de la Edad Media, tanto religiosas como entre jerarquías sociales y luchas por el poder.
Cuando parece que los cuentos clásicos no pueden dar más de sí, a pesar de haberse mostrado como fuentes inagotables de adaptaciones, alguien sorprende dándole una vuelta de tuerca a la historia. Esto es lo que hizo, con notable éxito, el ilustrador y autor chino Ed Young en “Lon Po Po”. Young abordó la tan trillada historia de Caperucita Roja y le añadió detalles del folclore y de la tradición oral chinas. La Medalla Caldecott que recibió en 1990 es la muestra del triunfo de esta versión del cuento. La trama es similar a la original, pero en este caso es el lobo quien va a casa de tres hermanas pequeñas, cuando estos se han quedado solos porque su madre ha ido a visitar a su abuela. El lobo tiene las mismas intenciones de comérselos, pero la desconfiada Shang descubrirá el pastel. Confabulando con sus hermanas, las tres juntas urdirán un plan para deshacerse del malvado lobo. Si creías haberlo leído todo sobre Caperucita Roja, prueba a leer “Lon Po Po” y déjate sorprender de nuevo.
Uno de los poetas más celebrados de siempre en Jamaica es James Berry. Este autor, conocido por sus versos, representa a la perfección la cultura de su país. En “Anancy Spiderman” Berry hizo una incursión en la literatura infantil pero sin perder de vista esa labor como altavoz del folclore jamaicano. Y es que el libro es una compilación de tradiciones orales que el propio autor recordaba de su infancia. Su magnífico estilo transmite la frescura del relato contado a viva voz, y además respeta los datos originales. Anancy es una araña persuasiva que, junto a sus enemigos, protagoniza historietas de estos seres a veces retratados como malévolos. Desde luego que son un tipo de fábula nada al uso que dejan en el lector una sensación de realismo y misterio sin parangón. El texto contiene referencias históricas, geográficas, culinarias y del estilo de vida de los jamaicanos; y está aderezado con estribillos y partes más musicales. Y por él desfilan criaturas variopintas como monos, tigres, brujas y chamanes, guiño a su vez a la influencia de África a la hora de moldear la cultura de Jamaica. Cultura que para esta isla del Caribe nunca estuvo mejor representada que con James Berry.
La Medalla Carnegie de 1994 tuvo como galardonada a la escocesa Theresa Breslin y su relato sobre un niño triste y que no se siente a gusto en ninguno de los entornos en que le toca vivir. Solomon tiene dislexia, y por su condición no es tratado bien por sus compañeros ni por sus maestros. Además, viene de un hogar destrozado por una madre fugitiva y un padre sumido en el alcoholismo. El nombre de la novela, “Susurros en el cementerio”, se basa en las escapadas que Solomon efectúa a un camposanto, único lugar en el que no se siente a disgusto. Tras percibir susurros extraños, se dará cuenta que se encuentra en medio de una imperecedera lucha sobrenatural entre las fuerzas del mal y las del bien. Solomon pasa de ser ninguneado a un héroe porque su implicación resulta esencial para salvar a la hija de un maestro. No es casualidad que esta historia fuera aclamada por la crítica, y es que Breslin ha declarado en más de una ocasión que es una forma de mostrar cómo el ambiente puede condicionar la forma de ser de un adolescente, muy maleable, y de las metáforas sobre las buenas y las malas decisiones en la vida.
Irlanda es un país que destaca por su hospitalidad, y goza de la simpatía del resto de nacionalidades. Su arraigado y fabuloso folclore, y su respeto por la naturaleza, hacen de Eire un escenario inmejorable para situar una novela adolescente de tintes fantásticos. La autora, Kate Thompson, aunque inglesa de nacimiento, ha residido en Irlanda por mucho tiempo, lugar al que se siente pertenecer. “Camaleones” está protagonizado por Tess, una adolescente dublinesa, que descubre que tiene un poder que comparte con su amigo Kevin: ambos pueden cambiar de forma e identidad. Tess y Kevin son capaces de adoptar múltiples formas, especialmente de animales. Con el consejo de Lizzie, una veterana “camaleón”, los protagonistas emprenden un viaje a las regiones árticas para salvar al mundo de una nueva Era Glacial, destino al que unas malvadas babosas desean llegar. Es en este ambiente extremo donde Tess y Kevin pondrán a prueba sus habilidades camaleónicas para nadar, volar y sobrevivir a las temperaturas y otras vicisitudes. Bajo esta sinopsis, “Camaleones” se convierte en una lectura muy suculenta y evocadora.
James Thurber es todo un maestro de la escritura original, irónica y musical. De esta forma, “Los trece relojes” transforma un cuento de lo más trillado en una experiencia totalmente novedosa y cautivadora. Es una historia de corte medieval cargada de elementos que aportan excentrididad y humor. El duque del Ataúd tiene secuestrada en su castillo a la princesa Saralinda, prometida con el príncipe Zorn. Éste elucubra una forma de rescatarla, disfrazándose y tratando de hacer frente a las locuras del duque. Y es que éste se piensa que es el dueño del tiempo por el hecho de tener trece relojes estropeados a las cino menos diez. Sus enajenaciones mentales le llevan también a matar a los sirvientes en función de la letra por la que comienza su nombre. Es así como el príncipe urde un plan para rescatar a Saralinda. Las pruebas que el duque convoca para retar a sus siervos son graciosas e inverosímiles a partes iguales, y el deseado final mantendrá a los lectores pegados a las páginas de este excepcional relato.
Las leyendas artúricas tuvieron un boom tras la publicación de varias obras de T.H. White, un experto conocedor del medievo inglés. Aunque el resto de obras son análisis históricos, “La espada en la piedra” es una novela tremendamente entretenida y estimulante. El joven Arturo, al que apodan Verruga, conoce al mago Merlín. Éste, para que Arturo sepa cómo se sienten los animales, lo convierte seguidamente en un pez, una hormiga, o una serpiente, entre otros. Arturo se enrola en múltiples aventuras con su hermanastro Kay. Ambos incluso llegan a conocer a Robin Hood o se implican en una trama de intriga real en Londres. Esto útlimo tendrá consecuencias para Arturo, pues un giro del destino lo descubre como legítimo Rey de Inglaterra, todo tras poder sacar la célebre espada, Excalibur, de la tierra. La aproximación de White es más divertida, y contiene todas las referencias de las leyendas originales así como un mejor desarrollo de las reflexiones que la convierten en uno de los pilares de la literatura británica.
“Cuentos y leyendas” es una de las antologías más célebres de la literatura argentina, realizada por uno de los más queridos intelectuales a este respecto: Javier Villafañe. Este escritor era un apasionado de la poesía pero también de las marionetas. Se encargó de recopilar leyendas de su país, cuentos populares y otras historias de tradición oral y aunarlas en este libro. Además, muchas de ellas las adaptó para contarlas con títeres, que él mismo representaba. Algunos relatos son “La olla mágica”, “El hombre que quería adivinarle la edad al diablo”, “El caballo que perdió la cola” y “El árbol de la fortuna”, entre otros. A Villafañe le encantaba sentir esa interacción con su público, y su texto está lleno de momentos de conexión con el lector, al cual le pide respuestas a preguntas. La edición más famosa está ilustrada por Tabaré, un famoso caricaturista que dota de un humor peculiar a este clásico argentino.