Muchos autores buscan excusas fantásticas para sumergirse en pasajes históricos y acontecimientos relevantes que de por sí resultan excitantes. Eso es lo que Hilda Lewis realizó con “El barco volador”. Peter acude a una tienda de antigüedades y queda fascinado por la maqueta de un barco antiguo, que además es de origen vikingo. De forma misteriosa, el dependiente le dice que será suyo por “todo el dinero que tenga y un poco más”. Peter no tarda en descubrir que el barco puede llevar a quien quiera y donde quiera. Es así que Peter y sus hermanos visitan a su madre. Es más, todos acaban viajando por el espacio y el tiempo a otras épocas, como el Antiguo Egipto. Pero no todo es jolgorio, y Peter acaba sabiendo que el barco perteneció a Frey, un monarca escandinavo. El niño le promete que tarde o temprano le devolverá el barco, como así sucede. “El barco volador” es una de las tantas novelas que homenajean a la imaginación infantil, y la importancia que ésta tiene en el ocio de los más pequeños. Ésta, además, complementada con la genial habilidad de Hilda Lewis para la novela histórica.