La tradición oral puede reinterpretarse y adaptarse para crear obras infantiles contemporáneas y con elementos que doten de valor añadido a la historia original. Algo semejante es lo que sucede con “Señor Zorro”. El neozelandés Gavin Bishop escogió una fábula del folclore de Massachusetts, la adaptó y le añadió ilustraciones atractivas y cautivadoras. En este libro infantil se cuenta el daño que puede hacer un comportamiento mezquino en el resto de la sociedad. El Zorro protagonista es avaricioso y codicioso, y el rechazo por parte de los demás retroalimenta su odio y su mal comportamiento. El Señor Zorro roba sin escrúpulos, apresa animales y atemoriza a cualquiera que le haga la contraria. “Señor Zorro” podía definirse como un tipo de fábula moderna aderezada con ilustraciones que recrean lugares de Nueva Zelanda y cuyo mensaje no puede ser más directo. Como valor adicional, cabe destacar que “Señor Zorro” recibió el Premio al Libro Infantil del Año en Nueva Zelanda, en 1983.
El boom de las novelas que fueron una crítica al racismo inherente en Estados Unidos tiene un buen ejemplo en “La danza de los esclavos”. Premiada con la prestigiosa Medalla Newbery en 1974, Paula Fox nos habla desde un punto de vista nada habitual en estas historias, el de la persona de raza blanca que supuestamente debe reprimir a los esclavos. El protagonista es Jessie Bollier, un chico que es secuestrado a la fuerza de su Nueva Orleans natal para ser llevado a bordo del Moonlight. En dicho barco un número considerable de esclavos son transportados a Cuba. Jessie debe actuar como negrero, pero su naturaleza bondadosa le hace sentir cada vez más asco por los comerciantes y explotadores de personas. Su actitud acaba dejándolo en un peligroso umbral entre ambos bandos. Jessie toca una pequeña flauta para animar a los esclavos, pero sólo se siente cómplice de los esclavistas. Ese sentimiento lo acompañará de por vida, y su participación en el intercambio de esclavos convertirán a Jessie en un ser infeliz sin oportunidad de redención. Otro ejemplo más de la brutalidad histórica que fue la esclavitud.
“Chanticleer y el zorro” es una adaptación de uno de los “Cuentos de Canterbury”. El relato original, titulado “Cuento del capellán de monjas”, es reescrito por la genial Barbara Cooney e ilustrado con la técnica del esgrafiado, dando lugar a una magnífica fábula más adaptada para un público infantil. La historia de Cooney , por la cual ganó la Medalla Caldecott en 1959, deja de lado las intrigas más adultas y la narración al estilo medieval, y cuenta cómo una viuda vive en una granja junto a sus hijas criando animales. Los verdaderos protagonistas, como en otras fábulas, son dichos animales. Concretamente Chanticleer, un gallo al que todos adoran y que conquista a la bonita gallina Pertelote. No obstante, la vanidad de Chanticleer y sus ganas de ser adulado le juegan una mala pasada, pues se deja embaucar por un zorro y éste lo secuestra. El gallo consigue volver a la granja pero lo hace con los pies en el suelo y sabiendo que no debe fiarse de nadie que utilice su punto débil para aprovecharse de él.
“La zarigüeya mágica” se convirtió al pronto de ser publicado en 1983 en un clásico instantáneo de la literatura infantil australiana, y en el más exitoso de su tiempo. Como otros libros de los países australes, en éste se pretenden mostrar aspectos de la idiosincrasia de esta nación. Desde la fauna hasta la gastronomía y el paisaje. Los protagonistas son una abuela zarigüeya y su nieta. La abuela suele hacer magia, y sabe volver a su nieta invisible. No obstante, el lío se monta cuando no sabe deshacer el hechizo. La abuela recuerda que tiene algo que ver con lo que comen los humanos. Esto se convierte en una excusa para viajar por toda Australia degustando platos típicos al tiempo que la nieta empieza a reaparecer. Más adelante, ante lo genial que ha sido la experiencia para ambas, pues han conocido a canguros, koalas y serpientes, deciden repetirla año tras año para asegurarse que la pequeña zarigüeya no vuelva a desaparecer. La historia, de Mem Fox, está perfectamente complementada por las acuarelas de Julie Vivas. En las ediciones internacionales el cuento contiene anexos en los que se muestra en un mapa la travesía de las zarigüeyas por Australia y los platos que han saboreado.