Esta historia contada a dos bandas permitió a Jamila Gavin conseguir el Whitbread Book of the Year en el año 2000. “Un niño de Coram” es una suerte de ficción histórica de trama potente y sustentada a través de la lucha contra las injusticias y lo establecido por parte de sus protagonistas. De un lado están Alexander y Thomas, que juntos acuden a un coro catedralicio; y de otro Aaron y Toby, abandonados en Londres, en el hospicio de Coram. Ambas parejas de amigos, no relacionadas entre sí, hacen valer la fuerte unión existente entre ellos y demuestran que la amistad puede mover montañas. Aunque, como se ha comentado, no existe vínculo, sí comparten enemigo: Otis Gardiner, quien se dedica a sustraer a niños del condado. Desde luego, esta novela habla de una época convulsa, la Inglaterra del siglo XVIII, y ofrece reflexiones al lector que le ayudarán a madurar. Un elemento que Gavin también maneja a la perfección es el homenaje a la música y su efecto positivo en la vida de las personas.
Las novelas de aventuras marítimas suelen remontarse a la época dorada de la navegación, y a menudo incorporan batallas, figuras históricas, héroes involuntarios y un componente épico notable. Esto no sucede en “Los tripulantes del Sentinel”. En este libro el escenario es un barco británico antiesclavista que patrulla las costas de África Occidental. Los protagonistas son dos niños que inicialmente no se conocen pero cuyas tramas se acaban entrelazando. Por un lado, John Spencer tiene quince años y es huérfano, y es enviado por su tío a trabajar en el barco, el Sentinel. Por otro lado, Lyapo es un joven africano que ha sido apresado para convertirse en esclavo. Peter Carter efectúa descripciones crudas de la vida a bordo, con el miedo a las enfermedades, el hedor de las bodegas y el nerviosismo cuando se convive con tanta gente en tan poco espacio. Los dos protagonistas acaban conociéndose y conviviendo como náufragos en una isla desierta. Este realismo le hizo al autor merecedor del Guardian Children’s Fiction Prize en 1981.
La esperanza es lo último que se pierde. Esta célebre sentencia ilustra a la perfección “Huida a Canadá”, una novela de Barbara Smucker. La protagonista, Julilly, es vendida con doce años a una nueva plantación, además de ser arrancada de los brazos de su madre. Julilly sueña con poder escapar a un lugar donde la esclavitud no existe, y del que su madre le había hablado. Ese lugar no es ni más ni menos que Canadá. La autora se inspira en una organización secreta que se encargaba de llevar esclavos desde el sur de Estados Unidos hasta el vecino del norte: la Underground Railway. Julilly aprovecha el momento preciso para iniciar la ansiada huida junto a su amiga Liza. El viaje no es fácil, y ambas están a punto de ser apresadas de nuevo. Esta tensión será transmitida al lector, quien deseará la libertad para las niñas tanto como ellas mismas. La edición original iba acompañada de un mapa que demuestra la longitud de la travesía emprendida por las dos protagonistas, aumentando en el lector la empatía por este entrañable libro.
El escenario más recurrente para denunciar la esclavitud son las novelas ambientadas en la Guerra Civil estadounidense. Por ello, encontrar un ejemplo fuera del país norteamericano o donde se denuncie a otro país resulta extraño. Más todavía si en este nuevo foco de crítica, Inglaterra, la esclavitud ya había sido abolida tiempo atrás. Éste es el eje de “El esclavo Midnight”. El protagonista, que da nombre a la novela, es africano y trabaja en una plantación de azúcar, hasta que es vendido a un capitán británico. Dicho capitán se dedica a la trata de esclavos a espaldas de las leyes de su país. Midnight conoce a otra esclava, Jess, una chica blanca huérfana que ha sido objeto de comercio en diversas ocasiones. Juntos descubrirán las actividades ilegales del capitán Meredith. Pero no pueden luchar contra la jerarquía de poder, y acaban prefiriendo escapar e intentar una vida digna y tranquila lejos de las abominables garras de la esclavitud. Este libro de Marjorie Darke rebosa brutalidad y crítica a la condición humana, y dicho realismo es en sí mismo una propuesta diferente a muchas de las novelas para adolescentes.