El Premio Whitbread Children’s Book de 1993 fue a parar a “Bebés de harina”, un cuento de la querida autora inglesa Anne Fine. Esta escritora se ha caracterizado siempre por su sensibilidad narrativa sin perder un ápice de humor o de atractivo. En este relato, protagonizado por Simon Martin, se nos plantea un ingenioso modo de responsabilizar a los adolescentes y concienciarlos frente a su futura vida adulta. En la escuela se les manda que cuiden de un saco de harina como si fuera su propio hijo. El descuido puede costar la asignatura a los jóvenes. Aunque este método es recibido con desagrado, además de la responsabilidad general, los personajes aprenderán lo costoso que puede ser sufrir una paternidad en la adolescencia, y cómo te puede condicionar la vida por completo. Simon refleja sus sentimientos en un diario, y a través de éste veremos cómo madura hacia una mentalidad más adulta, hecho demostrado cuando el protagonista acaba comprendiendo los enfados de su madre. Los “bebés de harina” acaban siendo un simulacro de la vida adulta para los escolares y una maravillosa metáfora que que ahondará en cualquier lector.
Bianca Pitzorno traslada al lector a la década de los 50 a Cerdeña, isla italiana que podría considerarse un remanso de paz. A pesar de ser escrito en 1991, “Escúchame el corazón” se asemeja más a un relato de mitad de siglo por su temática: una escuela para chicas. Prisca, Rosalba y Elisa sufren en el internado la tiranía de la profesora Argia Sforza. La narración no surge de la nada, sino que se cimenta en experiencias de la propia autora. De esta forma quiere mostrar a cualquier niño de la actualidad en qué consistía la educación, al menos en Italia, cuando ella tenía esa edad. Así podemos vislumbrar los arraigados valores que condicionan el día a día, la violencia en casos de necesidad, la discriminación y las injusticias. No todo es gris, puesto que las protagonistas representan la felicidad de los primeros años y magnifican las sensaciones y experiencias que viven día tras día en un ambiente para nada aburrido. Un clásico moderno llegado directamente desde la Bella Italia.
Alguno podrá pensar que las historias de escuelas e internados han sido explotadas en la literatura infantil y juvenil. Es posible, pero cada autor y cada obra de seguro ofrecen una propuesta diferente. Un ejemplo es Antonia Forest y su serie Marlow, iniciada con este “Trimestre de otoño”. Las hijas de los Marlow son enviadas al colegio Kingscote en plena mitad del siglo XX, en Inglaterra. Variopintos temas son tratados en estas novelas, desde religión y deporte, hasta la cotidianeidad y la Historia. Forest sabe tratar cada tópico de manera revolucionaria y crítica, sin llegar al escándalo. Gracias a ello los personajes adquieren una profundidad inusual en este tipo de novelas para niños, lo cual enriquece la obra. Si uno se adentra en Kingscote, querrá acompañar a las gemelas Nicola y Lawrie Marlow en su viaje escolar hasta el final.
Ronald Searle fue un caricaturista y dibujante de secciones serias de revistas, que se caracterizó por sus ilustraciones ácidas y críticas con la actualidad. Curiosamente, la fama le llegó con estas historietas infantiles, algo inusual en la obra de Searle. Sin embargo, el carácter del autor se vislumbra en “Hurra por St. Trinian”, donde el universo de los internados se invierte por completo. Las protagonistas son irreverentes, maleducadas e irrespetuosas; mientras que sus profesoras están aterrorizadas por estas antiheroínas. Quizá algunos consideran las tramas inadecuadas, donde aparecen el tabaco y bebidas alcohólicas, pero eso no resta importancia al trasfondo crítico, sobre todo teniendo en cuenta que fueron publicadas en la década de 1940. Lo que sí es seguro es que cualquier lector se verá absorbido por el mundo del St. Trinian y por sus personajes toscos y humorísticos.
Cuando uno es adolescente se cree a sí mismo el Rey del Mundo. Este sentimiento es el que comunica la célebre escritora australiana Robin Klein en “¡Te odio, Alison!”. La protagonista, Erica Yurken, quiere acabar con todo lo que no le gusta y guiarse a través de la vida según sus convicciones. Empezando por cambiarse el nombre, que considera estúpido, y llegando a ser la chica perfecta. El camino de Erica, como el de cualquier adolescente, se llena de imprevistos y trabas que la confundirán en su búsqueda de la felicidad. Alison Ashley aparece en escena para rivalizar con Erica, sintiéndose nuestra joven heroína inferior a su lado. La inseguridad, la indignación y la desesperación, sensaciones tan a flor de piel en un adolescente, son excelentemente descritas por Klein. Tarde o temprano Erica acaba resignándose y dándose cuenta de que las cosas no son como ella piensa. Madurar a tiempo es el mejor remedio posible para alcanzar una felicidad más real que la que Erica ansiaba. Un excelente libro para educar en el comportamiento a muchos adolescentes.
En nuestra más profunda intimidad todos hemos pensado en alguna ocasión escribir un diario personal. Muchos lo han llevado a cabo. En esas páginas muchos adolescentes vuelcan sus confesiones más secretas como método de desahogo. En torno a este concepto se construye “El diario secreto de Adrian Mole”, el primer libro de una serie que otorgó a Sue Townsend fama mundial. En él se abarcan quince meses de la vida de Adrian, quien narra sus angustias y alegrías, en las que cualquier joven lector puede sentirse identificado. Adrian se jura que nunca fumará ni beberá alcohol, odia sus granos, se indigna cuando lo ignoran, intenta despertar el artista que tiene dentro y tiene un amor que él cree no correspondido. Un aspecto interesante de la novela es que los pensamientos de Adrian no siempre son un reflejo de la realidad, pues cuando él cree que Pandora no le quiere, ésta le corresponde. Las reflexiones están complementadas con capítulos con más acción, aventuras cotidianas en forma de excursiones escolares. Todo ello con un tapiz de personajes secundarios que harán todavía más atractiva a esta genial obra.
La serie “Escuela para gatos”, de Esther Averill, imagina un mundo en el que los gatos tienen vidas como si fueran humanos. Las historias están protagonizas por Jenny Linsky, una gata negra neoyorquina de carácter reservado. Jenny tiene como benefactor al capitán Tinker, quien es enviado a alta mar y manda a nuestra querida gata a un internado. Allí Jenny no lo tiene fácil, y pronto desea abandonar el internado. En su intento de escape se cruza con dos gatos que se van a incorporar al internado y que le parecen a Jenny muy atractivos. Entonces vuelve al internado y se sienta junto a ellos. Pero entonces, por segunda vez, el travieso Pickles quiere chocarse con su coche de bomberos contra Jenny, y ésta sabe defenderse. Pickles y Jenny acaban siendo buenos amigos. La autora maneja a la perfección el mundo humano pero el comportamiento es bastante animal, con los instintos a flor de piel y avivando la parte irracional. Quizá esto sea lo que lo convierte a “Escuela para gatos” en una saga tan entretenida.
A lo largo de la historia los profesores se han calentado la cabeza para conectar con sus alumnos y así canalizar el conocimiento que quieren transmitir. Es una tarea complicada, puesto que las asignaturas a veces no acompañan. En otras ocasiones, algo apasionante puede tornarse aburrido por culpa de un maestro adecuado. Estos temas son los que Humphrey Carpenter trata en esta obra. Míster Majeika es un profesor mago, a ratos inepto, que aterriza con su alfombra mágica en una escuela primaria para dar las clases a su estilo. El señor Majeika hace la magia su principal baluarte para enseñar, y el resto de profesores empezarán a sospechar que algo extraño sucede en el colegio. Al mismo tiempo, Míster Majeika se empieza a meter en apuros cuando aplica hechizos que luego no sabe deshacer. Aunque los profesores estén en su contra, a lo largo de la serie de libros los propios alumnos son los que defenderán la figura de su querido profesor. La magia aporta ese toque intrigante y humorístico tan necesario en cualquier texto para niños.
“¡La señorita Nelson ha desaparecido!” es sólo uno de los tantos libros infantiles que ha dado de sí el tándem formado por el autor Harry Allard y el ilustrador James Marshall. A su vez, este libro pertenece a una exitosa saga en la que los niños podrán contemplarse a sí mismo en su forma de interpretar y ver el la escuela. Todos hemos iniciado un nuevo curso académico con excitación por ver si nos habrán cambiado de aula, de compañeros o de profesores. Este sentimiento es magníficamente plasmado en este cuento. Además, instruye a los niños en el buen comportamiento en clase. A menudo sucede que los profesores más benévolos con sus alumnos no tienen la respuesta que se merecen por parte de sus pupilos. Por otro lado, un maestro estricto genera el miedo entre los alumnos y éstos lo respetan. El profesor amable está representado por la señorita Nelson, mientras que el ejemplo de maestro mezquino se personifica en la señorita Viola Swamp. Finalmente se descubre que ambas son la misma persona, y los niños han aprendido la lección y valorarán lo que tienen, es decir: el buen hacer de la señorita Nelson.
“La escuela Chalet” es un título de una prolífica saga de libros ambientados en un colegio de docencia trilingüe. La escuela varía su emplazamiento a lo largo de las entregas, desde el Tirol de Austria, a Inglaterra o de vuelta a Centroeuropa en Suiza. La escuela es un lugar donde suceden todo tipo de cosas, desde dramas, hasta catástrofes naturales como escenas inolvidables de ocio y diversión. El personaje principal de la saga es probablemente Joey Bettany, una chica de bravo carácter que evolucionará libro tras libro pasando de ser alumna primeriza a líder de grupo. El resto del elenco está formado por niñas de familias ricas, las cuales acompañan a Joey en sus actos de entretenimiento y descaro. Aunque la serie es lo suficientemente larga como para aborrecerla, también es incuestionablemente adictiva, así como un vivo retrato de los internados europeos en la franja intermedia del siglo XX.