Una de las sagas literarias de ficción adolescente más longevas de siempre es “Jennings”, de Anthony Buckeridge. Más de cuarenta años estuvo publicándose, con un total de 25 entregas, y sin varias el escenario de la historia. Los protagonistas, Jenning y Darbishire, acuden al internado Linbury Court Preparatory. En cualquiera de las novelas ambos tienen diez años y los profesores son los mismos. Buckeridge empezó con este tipo de relatos de forma radiofónica para dar el salto posteriormente a los libros. Su razón de mantener inalterada la naturaleza de los personajes, de no hacer avanzar el tiempo, radica en su interés por definirlos bien y convertirlos en un referente de las historias de escuela y travesuras. Y vaya si lo consiguió, pues “Jennings” es todo un clásico del género. No sólo lo prolífico de la obra afianzó la serie, sino que el estilo de Buckeridge, desenfadado y fresco, también se conservó libro tras libro de forma brillante.
Bianca Pitzorno traslada al lector a la década de los 50 a Cerdeña, isla italiana que podría considerarse un remanso de paz. A pesar de ser escrito en 1991, “Escúchame el corazón” se asemeja más a un relato de mitad de siglo por su temática: una escuela para chicas. Prisca, Rosalba y Elisa sufren en el internado la tiranía de la profesora Argia Sforza. La narración no surge de la nada, sino que se cimenta en experiencias de la propia autora. De esta forma quiere mostrar a cualquier niño de la actualidad en qué consistía la educación, al menos en Italia, cuando ella tenía esa edad. Así podemos vislumbrar los arraigados valores que condicionan el día a día, la violencia en casos de necesidad, la discriminación y las injusticias. No todo es gris, puesto que las protagonistas representan la felicidad de los primeros años y magnifican las sensaciones y experiencias que viven día tras día en un ambiente para nada aburrido. Un clásico moderno llegado directamente desde la Bella Italia.
Alguno podrá pensar que las historias de escuelas e internados han sido explotadas en la literatura infantil y juvenil. Es posible, pero cada autor y cada obra de seguro ofrecen una propuesta diferente. Un ejemplo es Antonia Forest y su serie Marlow, iniciada con este “Trimestre de otoño”. Las hijas de los Marlow son enviadas al colegio Kingscote en plena mitad del siglo XX, en Inglaterra. Variopintos temas son tratados en estas novelas, desde religión y deporte, hasta la cotidianeidad y la Historia. Forest sabe tratar cada tópico de manera revolucionaria y crítica, sin llegar al escándalo. Gracias a ello los personajes adquieren una profundidad inusual en este tipo de novelas para niños, lo cual enriquece la obra. Si uno se adentra en Kingscote, querrá acompañar a las gemelas Nicola y Lawrie Marlow en su viaje escolar hasta el final.
Ronald Searle fue un caricaturista y dibujante de secciones serias de revistas, que se caracterizó por sus ilustraciones ácidas y críticas con la actualidad. Curiosamente, la fama le llegó con estas historietas infantiles, algo inusual en la obra de Searle. Sin embargo, el carácter del autor se vislumbra en “Hurra por St. Trinian”, donde el universo de los internados se invierte por completo. Las protagonistas son irreverentes, maleducadas e irrespetuosas; mientras que sus profesoras están aterrorizadas por estas antiheroínas. Quizá algunos consideran las tramas inadecuadas, donde aparecen el tabaco y bebidas alcohólicas, pero eso no resta importancia al trasfondo crítico, sobre todo teniendo en cuenta que fueron publicadas en la década de 1940. Lo que sí es seguro es que cualquier lector se verá absorbido por el mundo del St. Trinian y por sus personajes toscos y humorísticos.
La superación femenina a lo largo de la historia ha sido admirable. Sin embargo, muchas veces es complejo luchar contra las ideas preconcebidas y contra los ambientes tradicionalmente masculinos. Ésta es la premisa de “Bilgewater”. El título del libro es una abreviatura de “Bill’s daughter” o “Hija de Bill”. La protagonista, Marigold, es hija de Bill, un profesor de un internado para chicos. Ella vive allí con su padre y es educada entre chicos. Marigold es discreta y a menudo pasa desapercibida. Es una chica cuya idea del amor está basada en las lecturas más románticas. Su ingreso prematuro en Cambridge hará que muchos se fijen en ella. No obstante, ella quiere encontrar a su “príncipe”, su alma gemela que la haga feliz toda su vida. A medida que Marigold conoce a más personas y viaja, se da cuenta de que no hay que juzgar a nadie por sus apariencias, y madura en su visión del mundo. Un cambio que, de otra forma, todos hemos experimentado, y que con gran habilidad nos relata Jane Gardam en “Bilgewater”.
Si B.B. muestra su amor por la naturaleza prácticamente en cada una de sus obras, posiblemente “Brendon Chase” sea el libro donde este sentimiento alcanza su punto más álgido. Esta novela es una oda al entorno natural y a la vida en plena naturaleza. Ambientado en la campiña inglesa, como no podía ser de otra forma, “Brendon Chase” narra las peripecias de tres hermanos que inicialmente viven en un internado pero que escapan del mismo para sobrevivir de forma independiente en un bosque. Y lo consiguen, durante varios meses. La historia es aderezada con las excelentes ilustraciones del propio autor, las cuales incrementan el estilo ya de por sí emotivo. En general, este relato transmite valores que actualmente se han perdido en cierta manera. El principal de ellos y que se recalca es que los humanos tenemos mucho que aprender de la naturaleza, y que posiblemente sólo con ella se aprende a vivir de verdad.
Otra novela que es un buen paradigma del género de internados es “Los desaparecidos de Saint-Agil”. Este libro, publicado en 1935, cuenta las peripecias de tres amigos en el colegio francés de Saint-Agil. La historia está ambientada antes de la Primera Guerra Mundial, y los protagonistas se conocen entre sí por sus números de registro. Sus verdaderos nombres son Philippe, André y Mathieu. A los tres compañeros les gusta reunirse por las noches en el armario del aulario de ciencias, donde escriben sus hazañas en un cuaderno al tiempo que esquivan a los vigilantes del internado. Crean una organización secreta de la cual son miembros llamada Chiche Capon, y empiezan a conspirar para escaparse y lograr su sueño de llegar a Estados Unidos. Cuando empiezan a desaparecer misteriosamente uno a uno, hechos alternados con sucesos entre el profesorado, los niños restantes sospechan de que han conseguido sueño. Nada más lejos de la realidad, pues en los sótanos de Saint-Agil había montada una red de fabricación de dinero falso, y en torno a dicha red se situaba todo el aura de misterio. Se trata de una historia atractiva a la vez que intrigante.
“Las fortunas de Philippa” es un retrato biográfico de la madre de la autora, Angela Brazil, quien fue transportada de Brasil a la Inglaterra victoriana para vivir en un internado. Este ambiente es reflejado cruelmente, no como sucede en otras historias, sobre todo porque se critica el papel de la mujer en la sociedad de la época. Situaciones opresivas son denunciadas levemente, aunque la autora estaba más preocupada por entretener que por emitir lecciones. Diferentes vivencias son detalladas en el libro, desde la práctica de deportes hasta relaciones sentimentales. La autora siguió utilizando los mismos personajes en una serie de libros más, y muchas veces su punto de vista de la juventud victoriana peca de infantil. No obstante, también es cierto que en la sociedad británica el arraigo de los valores ha hecho que este tipo de situaciones sigan vigentes hoy día. Se trata de uno de los primeros libros escritos en primera persona por una figura femenina.
La historia de “El quinto curso en Saint Dominic” fue publicada por capítulos en la revista educativa Boy’s Own. Fue uno de los relatos más famosos de los que aparecieron en dicha revista. Resulta curioso porque su autor, Talbot Baines Reed, nunca recibió educación privada. El protagonista es Stephen, un recién llegado a un internado donde ya vive su hermano mayor. Stephen es oprimido y minimizado por otros niños, y se siente impotente a esta situación. Aunque su hermano está más cómodo, también se siente rabioso por no poder luchar contra el sistema de valores del colegio. El libro resulta curioso por el contraste de un ambiente liberador y a la vez opresivo, ya que los chicos no tienen padres que los aten pero se forjan unas normas internas muy estrictas.
Este libro trata uno de los temas más explotados durante la Inglaterra victoriana: la vida en una escuela. Asimismo, en el siglo XIX gozó de tremendo éxito, aunque últimamente ha perdido fama por sus connotaciones religiosas. La historia de Eric sirve como advertencia ante malos comportamientos. Este chico es enviado a un internado, y, aunque de carácter noble y puro, acaba pervirtiéndose por tratar de sorprender a sus compañeros. Se narran muchas situaciones divertidas como juegos, guerras de almohadas o escenas de bar. A pesar de algunos correctivos, Eric cada vez se comporta peor, y su vida cae en desgracia tras intentar enrolarse en un barco. Muere joven y sirve como señal de malo comportamiento para otros niños. Por tanto, estamos hablando de un libro de fuerte moralidad.