La literatura adolescente sueca tiene en Peter Pohl un referente, y en “Mi amigo Johnny” un ejemplo perfecto. Esta novela está contada de una forma curiosa, puesto que se narra en forma de recuerdo a partir de un interrogatorio que la policía hace a Chris, el protagonista. Johnny es un chico pelirrojo que fascina a todos los niños de la escuela por su destreza con la bicicleta. Al mismo tiempo, Johnny está envuelto por un aura de misterio porque nadie conoce su verdadero origen ni su pasado. Esto es lo que la policía cuestiona a Chris, y cómo se construye la historia en torno a ello es una delicia. El relato carga de interrogantes al lector, manteniéndolo pegado página tras página. Al fin y al cabo, el suspense se sostiene porque es una situación con la que todos nos podemos ver identificados, una batallita más de la adolescencia que acogemos con nostalgia.
“La maldición del rubí” fue todo un fenómeno editorial de la literatura juvenil. Su marco histórico, el Londres de la época victoriana (siglo XIX), le aportaba más interés a una historia de por sí apasionante. Sally Lockhart, protagonista de las cuatro novelas de esta serie, encuentra fortuitamente a su padre muerto en su despacho. Éste es el punto de partida de una sucesión de intrigas que harán peligrar la propia vida de Sally, la cual se enfrentará a amenazas, misterios, acertijos y advertencias. Sally acabará comprendiendo que la persigue el señor Holland, quien realmente buscaba un extraño rubí de su padre y al cual conoció en la India. A medida que la tensión crece se destapan problemáticas sociales como la corrupción, la piratería o el tráfico de drogas. Esta amalgama de temáticas, de profundidad en el desarrollo sin perder un ápice de suspense, le permitieron a Philip Pulman hacerse merecidamente con el Premio Astrid Lindgren Memorial en 2005.
No es habitual encontrar elementos fantásticos entre la literatura juvenil estadounidense de los años 70. Natalie Babbitt supo aunar con maestría la novela tradicional, familiar y rural con toques surrealistas y de fantasía. “El misterio del manantial: Tuck Everlasting” nos muestra un lago de extrañas propiedades, que confiere la inmortalidad a todo aquel que bebe de su agua. La familia que vive en los aledaños del lago y que hace uso de su peculiar característica son los Tuck. La tranquilidad de los Tuck se ve alterada cuando Winnie, una chica desorientada, llega por accidente al lago. Allí queda prendada de Jesse Tuck. Winnie decide entonces quedarse y, cuando adquiere suficiente confianza, los Tuck le revelan su secreto. Al mismo tiempo, un extraño hombre los espía y decide arrebatar a los Tuck su propiedad. Un secuestro da paso a momentos de tensión, aunque finalmente el señor es asesinado en manos de Mae Tuck. A punto de ser ejecutada, el resto de su familia la libera y vuelven a su hogar. Winnie está a punto de beber del manantial y volverse inmortal, pero decide que, como todo ser vivo, quiere envejecer y perecer una vez acabe su cometido en la vida. Una inteligente reflexión que es la guinda a una increíble historia que merece la pena conocer de cerca.
Emma Smith estableció en “No hay manera de saberlo” un curioso género resultado de mezclar la novela rural con la intriga. Publicado en 1972, este libro narra la vida de Amy junto a su abuela en una región del interior de Gales. Entre tanta montaña y paisaje cautivador es muy fácil quedar aislado, como les sucede a ambas protagonistas. Curiosamente, el mal tiempo no es el único de los contratiempos que aparece en el relato. Un día, reciben la visita de un desconocido que se lleva algo de comida sin mediar palabra. Más adelante, otros dos hombres diferentes y con esquís irrumpen buscando al susodicho. Como el título bien dice, no hay manera de saber quiénes son esos misteriosos visitantes. Sólo más adelante Amy su abuelita sabrán que todo estaba relacionado con una conspiración criminal de escala internacional. Smith sabe compaginar suspense con tranquilidad, alternando el ritmo frenético de las visitas con las relajadas descripciones de los valles galeses. Por supuesto, también hay cabida para la relación abuela-nieta, en la que se produce el intercambio habitual de sabiduría y vitalidad que todos hemos experimentado en nuestras vidas.
No son muchas las novelas infantiles o adolescentes que generan polémica. “La excursión a Hanging Rock” es una de las que sí, tanto por su temática como por los acontecimientos que la rodearon. La historia se centra en Australia en el año 1900, y las protagonistas son las alumnas del Appleyard College, quienes realizan una excursión a Hanging Rock el día de San Valentín. La atmósfera es en todo momento inquietante y genera un aura de aprensión que no desaparece en ningún momento del relato. Además, los acontecimientos que se suceden no dejan de aumentar la tensión: varias alumnas y una profesora desaparecen para siempre; algunos relojes se detienen; y una alumna enloquece. Las consecuencias para la escuela y la familia son nefastas. La intriga es magistralmente mantenida por Joan Lindsay, quien fue criticada por el misterio sin resolver de la novela. Finalmente, tras fallecer, un epílogo fue publicado y se ofreció una solución a la historia, aunque la novela se sigue considerando un clásico de la literatura oscura para adolescentes.
Otra novela que es un buen paradigma del género de internados es “Los desaparecidos de Saint-Agil”. Este libro, publicado en 1935, cuenta las peripecias de tres amigos en el colegio francés de Saint-Agil. La historia está ambientada antes de la Primera Guerra Mundial, y los protagonistas se conocen entre sí por sus números de registro. Sus verdaderos nombres son Philippe, André y Mathieu. A los tres compañeros les gusta reunirse por las noches en el armario del aulario de ciencias, donde escriben sus hazañas en un cuaderno al tiempo que esquivan a los vigilantes del internado. Crean una organización secreta de la cual son miembros llamada Chiche Capon, y empiezan a conspirar para escaparse y lograr su sueño de llegar a Estados Unidos. Cuando empiezan a desaparecer misteriosamente uno a uno, hechos alternados con sucesos entre el profesorado, los niños restantes sospechan de que han conseguido sueño. Nada más lejos de la realidad, pues en los sótanos de Saint-Agil había montada una red de fabricación de dinero falso, y en torno a dicha red se situaba todo el aura de misterio. Se trata de una historia atractiva a la vez que intrigante.
La habilidad de Gaston Leroux para el misterio queda patente en “El misterio del cuarto amarillo”. En esta novela se cuenta el intento de asesinato reiterado de la señorita Strangerson, encerrado en un hermético y misterioso cuarto amarillo del castillo de Glandier. En ese mismo castillo está el laboratorio del doctor Strangerson, su padre. El protagonista es un joven reportero de habilidades deductivas prodigiosas, conocido como Joseph Rouletabille. Con la ayuda del señor Sinclair, su amigo, poco a poco van desentrañando los misterios de las circunstancias del homicidio. Rouletabille es un personaje a medio camino entre Sherlock Holmes y Tintín, y gracias a ello un icono de la literatura francesa de misterio. Su juventud también choca con los entresijos políticos y con intrigas a las cuales quizá no esté tan preparado…