Virginia Hamilton es una de las representantes de la literatura infantil afroamericana más querida de Estados Unidos. Esta autora ha conseguido aunar éxito comercial y de crítica con sus historias protagonizadas por personajes de origen afroamericano, y cuyo argumento nace directamente de la tradición oral de este pueblo. En “La gente podía volar”, se vislumbra una ligera vena fantástica, puesto que se muestra a algunos esclavos que pueden volar. Dicha capacidad la pierden al ser aglutinados en barcos y esclavizados, pero cuenta la leyenda que algunos todavía retienen ese poder. Ese poder aletargado se manifestará más tarde, ya en Norteamérica, para escapar de las garras de los esclavistas. La narración, ya de por sí preciosa, es salpicada por las fenomenales ilustraciones de los premiados Diane y Leo Dillon, enriqueciendo más si cabe la obra. De nuevo, de la mano de Hamilton, tenemos todo un canto a la libertad.
Muchas veces, para aprender una lección, hay que exagerar las consecuencias de la misma. Sobre todo si se está tratando de educar a un niño. En este libro, Verna Aardema se inspira en un mito africano para poner de manifiesto las consecuencias de obrar mal y de mentir a los demás. El título del cuento, “Por qué zumban los mosquitos en los oídos de la gente”, es respondido a través de la historia que es contada. El relato se inicia con el mosquito mintiendo a la iguana. Ésta, abrumada por lo que el mosquito le ha contado, se tapa las orejas, y ofende a la serpiente pitón, quien piensa que la iguana está siendo maleducada con ella. Un cúmulo de malentendidos encadenados provocará que el sol acabe por no salir. Al final todos descubren que la culpa había sido del mosquito, quien aprende del error y no vuelve a mentir nunca más. Para asegurarse que nadie está enfadado con él, el mosquito estará siempre rondando los pensamientos de los demás. Es por eso que los mosquitos, como bien dice el cuento, zumban en los oídos de la gente. Una moraleja sobre la verdad que todos debemos tener bien aprendida.