Las historias que muestran a niños que viven solos y de forma independiente a menudo intentan recalcar la realidad social y criticar que éstos sean desatendidos. A menudo, dichos personajes suelen tener mucho carácter y una personalidad arrolladora, como sucede con la célebre Pippi Langstrump, de Astrid Lindgren. Algo parecido es lo que Annie M.G. Schmidt nos muestra en “Pluk el del torrificio”, aunque dirigido a un público quizá más infantil. De esta forma, Pluk en ningún momento atraviesa peligros ni ve arriesgar su vida. Pero a través de sus relaciones de amistad, de su bien llevada orfandad y de su forma de ser tan solidaria y sociable, la autora envía un mensaje de índole política y ecologista. El cuento está narrado desde el punto de vista de Pluk, quien tiene por amigos a una cucaracha y un pichón. Esto es sólo uno de los aspectos delirantes, sobre todo cuando interpreta el mundo de los adultos sin unos padres que le puedan orientar al respecto. Schmidt rompe una lanza contra la injusticia y a favor de la libertad a través de su pequeño Pluk, un héroe para cualquier niño.