“Un día de nieve” le permitió a Ezra Jack Keats recibir la prestigiosa Medalla Caldecott en 1963. Este escritor fue criado en Brooklyn en el seno de una familia judía en una época en la que los prejuicios raciales y culturales estaban a la orden del día. De ahí que sus cuentos siempre tuvieran un aire cohesionador y en el que todas las culturas y formas de vida tienen cabida. La trama de este libro es sencilla. El protagonista es Pedro, un niño afroamericano que un día se despierta y descubre que ha nevado. Pedro se divierte con la nieve como cualquiera de nosotros hemos hecho: hacer muñecos, lanzarse bolas, agitar los árboles para que caiga, tumbarse y hundirse en ella… Pedro representa a cualquier niño del planeta y en él se refleja un instinto primitivo por la diversión que todos hemos tenido. Keats utilizaba técnicas de acuarela y collage de estilo muy marcado, lo que unido a los valores de la obra de este autor lo convirtió en uno de los más influyentes de la literatura infantil norteamericana.