Cuando nadie pensaba que era posible una sola adaptación más de “Los tres cerditos”, David Wiesner llegó, vio y venció con su particular visión del clásico cuento. Y no sólo eso, también arrasó, pues se llevó la Medalla Caldecott del año 2002. Y es que su interpretación desenfadada de esta fábula la acercó más a la realidad actual. Todo pivota en torno a un giro radical, en el cual el escenario parece desvanecerse y entran en acción otros personajes que son dominio de la cultura popular. A partir de ahí la trama gana en complejidad y la lectura tiene múltiples ramas argumentales e interpretaciones. El estilo de las ilustraciones, del propio Weisner, también evoluciona desde un grafismo clásico hacia unos trazos más afilados y agresivos, estableciendo una división entre lo antiguo y lo moderno. La historia también goza de elementos surrealistas, que convierten a estos tres certidos en unos personajes explosivos, frescos y muy gratificantes.