Si se ha comentado que la literatura escandinava ha gozado de éxito en todos los rangos de edad, especialmente el infantil, y durante tanto tiempo, un paradigma es el sueco Ulf Stark. En “Las mágicas zapatillas de mi amigo Percy” se rodea del ilustrador finlandés Olof Landström para contar una historia mágica y enérgica. El protagonista, llamado Ulf como el autor, carece de confianza y amor propio, sensaciones que se intensifican cuando un chico valiente y fuerte llamado Percy llega al colegio. Percy y Ulf se hacen amigos, y el valeroso Percy confiesa al protagonista que todo se lo debe a sus zapatillas, que son mágicas. Le promete que al renovarlas, se las dará. Ulf le da a Percy muchos de sus objetos personales, y consigue las zapatillas ya utilizadas de su nuevo amigo. Ulf cambia al instante y adquiere las virtudes de Percy, ganando autoconfianza y motivación. El niño que lo lea, no obstante, cuestionará si eso es cierto o se debe a la psicología moldeable de Ulf. Stark nos habla de la amistad de una nueva forma, y la importancia de tener contento a un joven para que pueda perseguir sus sueños y no se rinda ante las adversidades. Tal fue el éxito que esta primera entrega acabó siendo el origen de una trilogía.
Mientras que la literatura infantil y juvenil está plagada de ejemplos de los nativos norteamericanos, no sucede así con culturas nativas de otros países y otros continentes. Un ejemplo son los aborígenes australianos. “Los Quinkin” nace de la colaboración entre el explorador y escritor Percy Trezise, y el artista aborigen Dick Roughsey. Esta extraña simbiosis tenía como finalidad dar a conocer la cultura aborigen a un público joven, además de ofrecer una obra infantil de calidad. La historia se centra en Moonbi y Leealin, dos niños que habitan una cueva junto a su tribu y los cuales se ven sorprendidos por el espíritu maligno Quinkin. Este espíritu tiene su contrapunto bondadoso, quien actúa y los salva. El relato infantil se entrelaza a la perfección con la mitología aborigen, de tintes sobrenaturales, y es magnificado por las bellas ilustraciones de Roughsey. Una manera diferente de acercarse a la belleza de Australia.
“Una noche de nieve” es la primera entrega de una serie de libros escritos por Nick Butterworth y que tienen como protagonista a Percy, el guardián de un parque. Sus relatos son divertidos pero al mismo tiempo conmovedores, rasgos que marcan mucho a los pequeños lectores. Percy vive solo en una cabaña y durante el día se dedica al cuidado de un parque. Se conforma con una vida sencilla y disfruta los pequeños placeres cuando se retira a descansar a su hogar. Percy es amigo de los animales que viven en el parque, y se convierte poco a poco como en un padre para ellos porque los cuida y además los ayuda a salir de situaciones difíciles. Estas situaciones no son tristes, en absoluto, y de hecho arrancarán más de una carcajada. El momento cumbre llega cuando Percy enferma y los animales se conjuran para hacerse cargo del parque y restaurar la salud de su querido compañero. Erizos, conejos, patos y tejones entre otros pondrán de su parte para devolverle el favor. Como vemos, es una historia en la que se acentúan los valores de amistad y compañerismo, y la reciprocidad que debe de haber en estos casos.
“Jock del Bushveld” relata una historia en un lugar y una época desconocidos u olvidados para la sociedad occiental: la Sudáfrica de la fiebre del oro. En parte es un relato autobiográfico de Percy Fitzpatrick, quien lo adornó para poder contárselo de forma entretenida a sus hijos. El protagonista es Jock, un perro que acompaña en todo momento a un conductor de ox-wagons, los carros que transportaban suministros de mina en mina. Jock no parece un perro especial, pero gracias a la devoción de su amo y a la mutua confianza se hacen amigos inseparables. Muchas son las vivencias y las situaciones que ambos superan, en algunas viendo muy cerca la muerta. Se trata de un cuento de amistad entre un perro y un hombre, así como de una descripción de un modo de vida que ya no existe pero que fue importante a finales del siglo XIX.
En “El príncipe feliz” encontramos un relato conmovedor y lleno de humanidad, uno de los más conocidos de Oscar Wilde. El protagonismo recae sobre una estatua de un príncipe antaño querido. Este príncipe no deja de sufrir por el hambre y la miseria que azotan la ciudad que gobernaba. Sumido en la tristeza, aprovecha el parón de un ave migratoria sobre su estatua para pedirle que ayude a la gente llevándole partes de la propia estatua: rubís, oro, zafiros… Los habitantes de la ciudad cada vez viven mejor y salen de la miseria, pero el invierno llega y el ave muere por no haber llegado a tiempo. En ese momento, el corazón de plomo del príncipe se parte. El alcalde manda derretir la estatua pero no consigue fundir el corazón. Finalmente, un ángel celestial se lleva los dos bienes más preciados de la ciudad: el ave y el corazón roto. Como vemos, es una historia totalmente enternecedora y que invita a reflexionar sobre nuestra relación con el prójimo, y si de verdad nos comportamos como deberíamos.