Es posible que muchos de nuestros lectores desconozcan a qué historia nos referimos si la llamamos “Los incursores”. Pero si, por otro lado, la llamamos “Los Borrower”, seguro que a más de uno le arrancaremos una sonrisa. Desde su exitosa publicación en 1952 (ganó la Medalla Carnegie), esta peculiar novela de Mary Norton ha acompañado a muchos pequeños lectores. Además, su fama se volvió a catapultar con la adaptación cinematográfica protagonizada por John Goodman. Los incursores son unos diminutos seres, que parecen personas del tamaño de un lápiz, que viven ocultos en los recovecos de las casas. La vida de los incursores gira en torno a evitar ser descubiertos, y a poder sobrevivir con lo que pueden “tomar prestado” de los humanos. El momento en que alguno de ellos es encontrado es inevitable, y la tensión pasa a desplazarse a saber cómo reaccionarán los humanos adultos frente a su presencia. La novela, con mucho ingenio, profundiza en el arraigo familiar, y en el permanecer unidos en los peores momentos, así como en la amistad. De esta forma, uno mismo puede verse reflejado en la forma de vivir de estos entrañables seres, a la sombra de gigantes y con miedo de ser maltratados por otros más poderosos. Hecho que, por suerte, no se da gracias a la buena relación entre los Clock (el apellido de la familia de incursores) y los propietarios de la casa. Un clásico de obligatoria recomendación en las primeras lecturas.
Los cuentos de “Stanley el plano” actualmente son considerados clásicos de la literatura infantil, pero, como tantas otras veces, surgieron de una idea espontánea. Su creador, Jeff Brown, pensó en dar vida a un niño plano cuando su hijo le dijo que tenía miedo que un cuadro se le cayera encima. Stanley Lambchop tiene sólo 12 milímetros de grosor, es como una hoja de papel. La familia de Stanley decide enviar al chico por correo para que pueda visitar diferentes lugares del mundo. Las diferentes entregas de este personaje presentan a Stanley disfrutando de diferentes sitios, personas y culturas. Un maestro canadiense supo apreciar el potencial didáctico de estos relatos para crear el Proyecto Stanley el Plano. Éste engloba a colegios de todo el mundo cuyos alumnos se cartean entre sí enviándose diferentes Stanleys. Posteriormente, se fotografían con Stanley y devuelven la carta. Así todos se sienten interconectados y comparten valores culturales. Un clásico infantil que además te ayudará a acercarte a otras culturas.