La empresa abordada por Nadia Wheatley y Donna Rawlins en “Mi hogar” es arriesgada, pero la perfección de su producto final resultó valer mucho la pena. Y es que en este libro, dirigido a niños de unos cinco años de edad, se narra de una forma muy peculiar la historia de Australia. El año de su publicación (1988) se cumplieron doscientos de los asentamientos europeos en el país austral. El viaje que Wheatley nos propone es a través del tiempo y de los niños como protagonistas. El recorrido se estructura bellamente a la inversa, comenzando en 1988 y finalizando en 1788. En cada una de las veintiuna épocas contadas un niño nos relata por qué quiere su hogar, a qué se dedica, qué tiene de bonito y qué le gusta del mundo que le rodea en ese momento. Durante todo el viaje nos acompañan las preciosas ilustraciones de Rawlins, que también realzan la importancia de los niños en el mundo como futuros adultos. La visión infantil de la historia es un prisma más que atractivo para reconstruir la vida de un país, y gracias a ello “Mi hogar” es un libro tan celebrado en Australia.