Los cuentos infantiles a menudo dan pie a adaptaciones televisivas, cinematográficas o teatrales. Los niños son un público fiel y fácil de contentar, y si un producto alcanza un cierto éxito como libro, casi con toda probabilidad expandirá el negocio a otros medios. Pocas veces un libro es creado a partir de la historia original de otro medio. Por eso. “Playa de alquitrán” es una excepción y muy rara además. Y es que Faith Ringgold publicó un libro para niños a partir de una de sus célebres story quilts o colchas de retazos, grandes telas tejidas que muestran una historia. Ringgold es famosa por estas obras de arte, las cuales ha expuesto en sitios como el Guggenheim de Nueva York. Allí está precisamente Tar Beach, germen de este cuento. La narración se centra en una familia afroamericana donde la hija, Cassie Louise Lightfoot, con tan sólo ocho años anhela deseos de libertad. Cassie de pronto se encuentra sobrevolando el Nueva York de 1939 y maravillándose con los edificios que vislumbra. La propia autora la ha calificado de obra autobiográfica y de ficción a la vez. Tal fue el éxito de este experimento que Ringgold recibió un Caldecott Honor Book en 1992, y prosiguió la serie sucesivas entregas.
Existen en la literatura amistades improbables que acaban dando pie a algunas de las historias más fascinantes que se han escrito. En el campo de los libros infantiles esto sucede a menudo. Si tuviésemos que elaborar un ránking de amistades particulares y a la vez conmovedoras, de seguro que la de Linnea con el señor Bloom apuntaría alto. El cuento de Christina Björk “Linnea en el jardín de Monet” nos presenta a una niña sueca, Linnea, quien tiene como amigo al anciano jardinero señor Bloom. Ambos acaban viajando a París para averiguar aspectos de la obra del artista Claude Monet, a quien admiran. De esta manera se nos retrata un recorrido idílico por calles parisina y renombrados emplazamientos de interés cultural. El esfuerzo de la autora no sólo se concentra en el arte y en la narrativa, sino que con precisión describe elementos de la naturaleza, la geografía y la cultura. Las flores más idiosincráticas de París son incluso personajes secundarios. Una buena obra infantil debe tener unas sobresalientes ilustraciones, y en este caso no son para menos, de la mano de la excepcional Lena Anderson. Belleza y aprendizaje en un mismo libro.