Algunos cuentos suponen un hito por su atrevida propuesta y por su voluntad de romper tradiciones o cuestionar valores arraigados. Los libros del genial Pef (Pierre Elie Ferrier) son de este estilo, especialmente “La bella y lisa pera del príncipe de Motordu”. El relato se construye como una fantasía de estilo medieval, con príncipes, princesas, castillos, caballos, etc. El príncipe de Motordu tiene ciertos problemas a la hora de construir frases, ya que confunde unas palabras con otras. En dichos juegos de palabras y confusiones del protagonista nacen las absurdeces que dotan de sentido de humor a este relato. Por supuesto, estos ingeniosos juegos cobran sentido en el idioma original del cuento, el francés, lo cual lo convierte en una obra de difícil traducción. Aun así, el surrealismo que es narrado es plasmado también en las ilustraciones del propio Pef, y niños de cualquier región pueden disfrutar de cómo los príncipes y princesas son reducidos al ridículo en esta hilarante historia.
Aunque la Baronesa d’Aulnoy escribió los famosos “Contes de Fées” para un público adulto, el impensable éxito alcanzado por éstos los llevó a convertirse en un clásico del siglo XVIII. Posteriormente, dichos cuentos fueron traducidos al inglés y adaptados para el divertimento de los más pequeños, donde se consagraron definitivamente.
Al igual que sucede con otras antologías citadas, los “Cuentos de hadas” proceden de la transmisión oral, y la Baronesa d’Aulnoy los supo captar y adaptar con un bello lenguaje (al principio, quizá, un poco complejo). También posee un toque personal fruto de la propia vida de la autora, incluyendo a menudo heroínas en ellas. Algunos ejemplos son “El príncipe jabalí”, “El serpentón verde” o una versión de “La Bella y la Bestia”.